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Formentera vibra con un finde de trail salvaje

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Formentera cambió las chanclas por zapatillas de trail y el olor a crema solar por el de esfuerzo puro. Durante todo el fin de semana, la isla se ha convertido en un circuito salvaje para amantes de los desniveles, los geles energéticos y el polvo en los tobillos. Y en medio de este festival de running, el 11K Formotor Petit Fart se robó el protagonismo dominical con una carrera corta pero matona, de esas que no dan tregua ni en las bajadas.

El más rápido en devorar el trazado fue Abraham Bringue, que no dejó espacio ni para el suspense. Desde los primeros metros se le notó suelto, como si el terreno se le hubiera aprendido de memoria. Cruzó la meta en 46 minutos y 39 segundos, dejando a sus perseguidores mirando el dorsal desde lejos. A más de cuatro minutos llegó Joaquín do Santos Calvo (51:01), mientras Saada Pierre firmó el tercer puesto por apenas unos segundos más (51:10), en un cierre apretado que se resolvió al esprint, con el pulso en rojo.

Entre las chicas, la más fuerte fue Susana Sevillano, que gestionó los ritmos con cabeza y piernas de acero. Su 56:43 fue suficiente para poner tierra de por medio respecto a María Antonia Femenías (57:44) y Marechal Pauline (58:46), que también completaron una carrera de esas que piden piernas afiladas y mente fría.

Pero ojo, porque este 11K no era más que una porción del banquete deportivo que ofreció Formentera en el marco del All Round Trail 2025, una cita que durante el sábado desplegó distancias para todos los gustos, desde ultrafondistas de manual hasta corredores con hambre de desafío, pero sin ganas de pasarse ocho horas en el monte.

La prueba reina, con 74 kilómetros a fuego, fue cosa de titanes. Martí Juan firmó una auténtica salvajada con 6h15’45’’, mientras Victor Van Den Driessche (6h22’40’’) y Lluís Albert Espinós Rigol (6h36’57’’) completaron un podio que es todo un máster en resistencia. En la categoría femenina, el dominio fue para Cristina Palomo, que voló con una mezcla perfecta de potencia y estrategia, cruzando meta en 7h27’20’’. Le siguieron Mari Allés Pons y Olga Pérez, en otra exhibición de coraje sobre terreno roto.

En el half trail, ese punto medio que no perdona a nadie, Edward Thomas Plummer fue el más rápido (3h09’29’’), y en féminas, Nuria Figueira demostró que los 40 kilómetros se le quedan hasta cortos (3h50’42’’). Detrás, llegaron atletas que saben bien lo que es dejarse el alma en cada repecho.

Y para los que prefieren intensidad concentrada, el Tros de Fart (19K) fue una bomba: senderos técnicos, vistas de postal y sudor a litros. Jaume Leiva se impuso con un tiempo afilado (1h10’32’’), y Miriam López (1h32’37’’) fue la más rápida entre las chicas, sacando la garra cuando más picaba el terreno.

Así, entre cintas marcando rutas, bastones golpeando piedras y corredores buscando sombra como si fuera oro, Formentera ha vivido un fin de semana de trail en estado puro. Uno de esos donde se cruzan miradas cómplices en los avituallamientos, donde el cronómetro importa… pero menos que la sensación de haberlo dado todo. Y en eso, la isla, como sus corredores, también estuvo de diez.

1-0. Victoria de peso y aliento de campeón: el Formentera mete presión con el Municipal como fortín

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Hay triunfos que valen más que tres puntos. Y el que ha firmado este domingo el Formentera en casa ante el Porreres entra de lleno en esa categoría. Fue un 1-0 que sabe a gloria, a paso firme hacia el objetivo, a autoridad de líder que no titubea. El gol tempranero de Losada, a los diez minutos de juego, sirvió para romper el hielo y dictar sentencia en un Municipal de Sant Francesc que volvió a rugir como en las grandes jornadas. Porque cuando el equipo empuja desde el césped y la grada responde con alma, se nota. Y mucho.

Los rojinegros no solo ganaron: convencieron. Con oficio, sin regalar nada y dejando claro que en estas últimas seis jornadas van con todo. El Porreres, rival correoso y de buen pie, no fue un convidado de piedra. Plantó batalla, apretó en algunos tramos y obligó a los locales a emplearse a fondo. Pero este Formentera tiene ese punto de madurez que diferencia a los equipos buenos de los equipos ganadores. No se descompone, no se asusta. Compite con el colmillo apretado y la mirada puesta en el ascenso directo a Segunda RFEF.

Con esta victoria, el equipo de Maikel Romero consolida su liderato con 56 puntos, manteniendo a raya al Poblense, que sigue segundo a dos unidades, y ampliando la brecha con la Penya Independent, tercera con 51. Una clasificación que refleja la regularidad de un bloque compacto, con las ideas claras y una columna vertebral sólida como una roca. Del portero al delantero, todos cumplen. Todos reman en la misma dirección.

Y si hay algo que alimenta las ilusiones del vestuario, es la comunión con la afición. La hinchada del Formentera está metida de lleno en la pelea. Lo del Municipal no es solo fútbol, es ambiente, es pasión, es ese aliento que convierte cada balón dividido en una guerra que vale una liga. Los cánticos, las bufandas al viento y ese empuje desde la grada son el motor invisible que empuja cuando las piernas pesan y el reloj aprieta. El “jugador número 12” está muy presente en Sant Francesc.

Lo que viene ahora no será un paseo. La visita al Constància en la próxima jornada será otra final más en este maratón donde cada punto es oro. El margen es corto y cualquier tropiezo puede costar caro. Pero este Formentera está enchufado. Tiene hambre, carácter y argumentos para pelear hasta el final por ese billete directo a Segunda RFEF. Y si siguen así, con solvencia atrás, pegada arriba y el Municipal como caldera, pocos apostarán en contra.

Porque este equipo no solo quiere subir. Quiere hacerlo a lo grande. Por la vía rápida, sin dramas. Con fútbol, con corazón, y con una isla entera empujando desde la grada.

La SD Ibiza se ilusiona; la Peña, al borde del abismo

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La jornada dejó sensaciones opuestas para los dos equipos pitiusos en Segunda RFEF. Mientras la SD Ibiza reafirma su buen momento con una victoria incontestable ante el Badalona Futur que la asoma al tren del playoff, la Peña Deportiva sufrió otro duro revés que la hunde un poco más en el fango de la lucha por la permanencia. Dos realidades paralelas en un mismo archipiélago futbolístico.

En el Municipal de Cornellà, la Peña volvió a dar una muestra de su capacidad para resistir y pelear contra el viento en contra, pero terminó desplomándose en los minutos decisivos. La derrota por 4-2 ante el Cornellà no solo escuece por el resultado, sino por las implicaciones que acarrea: los de Raúl Garrido se quedan a ocho puntos del puesto que da acceso a la repesca por la salvación, con solo cinco jornadas por disputarse. Un muro que se antoja ya demasiado alto.

El arranque del encuentro no pudo ser más desalentador para los peñistas. Kouassi cazó un balón suelto en el área y, con el portero ya vencido, cabeceó a placer el primer tanto. Pero la Peña, fiel a su carácter combativo, no bajó los brazos y encontró el empate poco antes del descanso gracias a Fraile. El guion, sin embargo, se repetiría. El Cornellà volvió a golpear, esta vez tras una contra bien resuelta por Martínez, y aunque los ibicencos volvieron a responder, fue López quien cerró la cuenta con un remate tras recoger su propio rechace. Un mazazo que deja a la Peña mirando al precipicio con vértigo y pocas respuestas.

Muy diferente fue el panorama en Can Misses 3. Allí, la SD Ibiza dibujó un monólogo desde el pitido inicial, firmando un triunfo por 3-0 que confirma la solidez del proyecto y alimenta la esperanza de pelear algo más que la salvación. El Badalona Futur apenas compareció, y los de Raúl Casañ lo aprovecharon para desplegar un juego fluido y vertical.

Bengoechea abrió el marcador con un certero cabezazo en el minuto 21, tras un inicio de dominio absoluto. Diego Jiménez amplió la ventaja en la segunda mitad aprovechando un rechace en un córner, y Álex Sánchez, recién ingresado al campo, sentenció con un buen remate tras centro medido. El resto fue un trámite. La escuadra deportivista, sin apenas sobresaltos, certificó tres puntos que valen más por lo que insinúan que por lo que concretan: quedan cinco jornadas y los rojillos están cada vez más cerca de la permanencia matemática… pero también, si mantienen esta inercia, pueden soñar con algo más.

Mientras unos acarician el cielo, otros luchan por no caer al vacío. El fútbol ibicenco sigue viviendo su temporada más bipolar en años, y el calendario apremia. Para la Peña, ya no hay margen para el error. Para la SD Ibiza, en cambio, cada victoria huele un poco más a esperanza.

3-2. La UD Ibiza cede el liderato pero mantiene vivo el pulso por el ascenso

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La temporada avanza hacia su tramo decisivo y, con ella, la exigencia se multiplica en cada jornada. En ese escenario de máxima competitividad, la UD Ibiza ha encajado un revés que, sin ser definitivo, sí obliga a reajustar el paso. La derrota en el Rico Pérez ante el Hércules (3-2) significa el segundo traspié consecutivo para los celestes, que pierden el liderato tras varias semanas en la cima. Pero lejos de disparar las alarmas, el equipo ibicenco debe interpretar este momento como parte natural del desgaste que exige luchar por el ascenso.

Porque si algo ha demostrado el conjunto de Paco Jémez durante esta campaña es que sabe competir. Y lo volvió a hacer durante muchos minutos ante un rival histórico, en un estadio repleto y con una presión ambiental notable. La UD Ibiza se adelantó por dos veces en el marcador y ofreció destellos del fútbol ambicioso que la ha caracterizado: presión alta, verticalidad por bandas y conexiones de calidad en tres cuartos. Así llegó el primer tanto, tras una jugada coral que culminó Mo Dauda, y el segundo, con un cabezazo impecable de Álex Gallar tras un centro milimétrico de Olabe.

Sin embargo, el fútbol es también gestión emocional y eficacia en las áreas. Ahí es donde el Hércules supo esperar su momento. Aprovechó errores puntuales, atacó con inteligencia y encontró premio en el tramo final gracias a una genialidad individual. No es la primera vez que a la UD Ibiza se le escapan puntos en partidos que parecía tener controlados, pero la lectura debe ir más allá del resultado. El equipo sigue generando ocasiones, mantiene una identidad reconocible y cuenta con futbolistas desequilibrantes capaces de resolver en cualquier instante.

Es cierto que tres jornadas sin ganar suponen una alerta, sobre todo en un grupo tan parejo donde cada detalle puede marcar la diferencia. Pero también lo es que esta plantilla ha demostrado capacidad de reacción a lo largo del curso. Aún queda mucho por decidir y el margen de maniobra es amplio. El liderato se ha esfumado —de momento—, pero la pelea por el primer puesto sigue abierta, con Ceuta, Antequera, Murcia y el propio Ibiza separados por escasos puntos.

Lo fundamental ahora es recuperar confianza y solidez defensiva, dos aspectos que serán clave en las próximas semanas. Paco Jémez y su cuerpo técnico cuentan con los mimbres necesarios para revertir la dinámica. Si algo ha enseñado esta categoría es que los campeones no se forjan sin dificultades. Y en ese aprendizaje, cada derrota también suma.

La UD Ibiza, lejos de derrumbarse, debe mirar hacia adelante con la convicción de quien ha liderado con autoridad y ha competido con ambición. El camino sigue abierto. Y lo importante, cuando se aspira a lo más alto, no es no tropezar, sino saber levantarse con más fuerza.

¡Burpees, farmers y buen rollo! Así se vivió el DEKA más loco del año en Ibiza

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Equipo Ibiza Fitness by Amparo Jiménez.

¿Alguna vez has sentido que tu corazón late al ritmo de una air bike? ¿Que el grito del público te empuja más que el propio trineo? ¿Que te tiembla todo, pero sonríes igual porque esto es lo que viniste a hacer?

Pues así fue el DEKA Fit Ibiza. Una fiesta del fitness en mayúsculas. Más de 1.400 almas dándolo todo, desde el primer remo hasta el último burpee. El campo de fútbol de Sant Agustí se transformó en una auténtica jungla funcional: estaciones infernales, música a tope, speakers desatados, atletas que rugían en cada repetición… y un público que no dejó de aplaudir ni medio segundo. Brutal.

Cada estación era una batalla distinta: piernas que ardían en las zancadas, pulmones al borde del colapso en el skierg, manos que pedían clemencia en los farmers… y aún así, nadie aflojaba. El trineo parecía tener vida propia, la air bike te robaba el alma, pero el cuerpo seguía, porque la mente estaba enchufada. Y cuando llegaban los burpees… ahí se separaban los valientes de los que aún no sabían que lo eran. Lo que no te mata… te sube al pódium mental.

Hubo quien vino a por podio y quien vino a por orgullo. Quien sufrió, quien gritó, quien rió mientras hacía abdominales como si fueran la cosa más divertida del mundo. ¿Y sabes qué? Todos valieron lo mismo. Porque aquí no se trataba solo de ser el más rápido. Se trataba de no rendirse, de mirar a tu compañero de equipo a los ojos y saber que estás dando el 100. De darlo todo. Punto.

Las pruebas en pareja fueron una fiesta. Una coreografía de gritos, choques de manos y relevos a toda velocidad. Pura gasolina emocional. Cuando uno flojeaba, el otro apretaba. Cuando los gemelos pedían clemencia, las miradas decían “¡una más!”. Y el público… el público se volvió loco.

Desde los élite hasta los que llegaban por primera vez a un DEKA sin saber si iban a poder acabar. Gente mayor, madres, instructores, guerreros de gimnasio y héroes anónimos. Todos dejando el alma. Todos parte de esta gran familia.

El flow ibicenco lo puso uno de los grupos de la isla: Ibiza Fitness by Amparo Jiménez. Con su alegría contagiosa, su energía imparable y ese buen rollo que solo da entrenar con ganas y sonreír mientras lo haces, fueron uno de los equipos más aplaudidos. Disfrazados de motivación pura, repartieron sonrisas, abrazos y fuerza por cada estación. Cuando ellos llegaban, el ambiente se encendía. Y eso, amigos, también es parte de competir. Porque en el fondo, el DEKA no va solo de tiempos ni de rankings.

Y así, con las piernas hechas puré, los gemelos pidiendo clemencia y una sonrisa que no cabía en la cara, terminó el DEKA Fit Ibiza. Algunos acabaron en el suelo, otros bailando, y más de uno jurando que era “la última vez”… mientras ya se apuntaban a la siguiente. Porque esto no va solo de fitness, va de pasarlo brutal, de conocer gente que vibra igual que tú y de descubrir que puedes con más de lo que pensabas. Si sobreviviste al trineo, ya nada te da miedo. Así que… ¡a hidratarse, a estirar y a por la siguiente! ¿O qué, nos vemos en la próxima locura?

Los más bestias del DEKA Fit Ibiza

Entre empujones de trineo, sprint al límite y burpees que te dejaban viendo estrellas, hubo quienes no solo sobrevivieron… ¡volaron! Pau Nacenta y Tania Thies se convirtieron en los reyes y reinas del circuito, dejando claro que el fitness no entiende de excusas.

Nacenta fue una auténtica locomotora: cruzó la meta individual masculina con un tiempazo de 31:43, sacando más de 20 segundos al segundo clasificado, Roberto Viciedo. Pedro Toral, con otra actuación de hierro, cerró el podio. En chicas, la luxemburguesa Tania Thies no dio opción a sus rivales y se impuso con un crono de 35:50. Muntsa Ciuró peleó hasta el final y Raquel Bosch completó el top 3 con pura garra.

Pero si alguien pensaba que ya lo había visto todo… llegaron las pruebas por parejas. ¡Y vaya show!

En la categoría masculina, Alfons Deu y José Sánchez se llevaron la gloria por solo 14 segundos. En mixtos, Noelia Pérez y Antonio Marí sacaron siete segundos de ventaja a Andrea Serna y José Restituto. ¡Ni una repetición más!

Y en la categoría femenina, la emoción fue de infarto: Raquel Bosch y Muntsa Ciuró cruzaron primeras… ¡por un segundo! Un segundo que dolió más que cien burpees mal hechos.

La organización lo dijo alto y claro: más de 5.500 personas entre atletas y público. El DEKA Fit Ibiza no fue solo una competición, fue un fenómeno. Porque en esta isla, cuando el fitness llama, se responde con todo el cuerpo… y el alma.

Tiempos y resultados

Jornada gris en Tercera RFEF: entre empates estériles y caídas dolorosas

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No fue un buen fin de semana para los equipos pitiusos en la Tercera RFEF. La jornada 28 se saldó con una cosecha escasa: dos empates con sabor a poco y una derrota que duele más por el contexto que por el marcador. El tramo final del campeonato exige pasos firmes, pero esta vez ninguno de los tres representantes ibicencos logró pisar con determinación.

En Sant Miquel, la Penya Independent acariciaba la posibilidad de meter presión al líder, pero volvió a chocar con una de esas tardes en las que el premio se escapa entre los dedos. En Menorca, ante un Mercadal intenso y bien plantado, los de Ramiro González fueron de menos a más. Encajaron pronto, en el minuto 12, con un tanto de Rodrigo que puso el 1-0 y encendió las alarmas. Pero supieron rehacerse. La reacción, sin ser brillante, fue suficiente para equilibrar el duelo con un gol de Dani Reales al filo de la hora de juego. El 1-1, aunque justo, deja una sensación amarga: la Penya necesitaba algo más que un punto para seguir soñando con el liderato. Con el reloj del calendario acelerando, cada empate sabe a derrota.

El Portmany tampoco pudo romper el muro de la mediocridad. En San Antoni, frente a un Campos prácticamente desahuciado en la clasificación, los rojillos se dejaron dos puntos que podrían echar de menos cuando se haga el balance final. El empate 1-1 no solo refleja un partido trabado, sino también una oportunidad desperdiciada para sellar media permanencia. En un duelo donde el rival apenas se jugaba el orgullo, los locales no encontraron la contundencia necesaria para inclinar la balanza. La igualada frena la inercia positiva que parecía consolidarse en jornadas anteriores.

Pero si hay un equipo que atraviesa horas bajas, ese es el Sant Jordi. Lo del Kiko Serra fue un nuevo capítulo en una temporada que se ha torcido peligrosamente. El Llosetense, sin necesidad de un fútbol exuberante, se llevó los tres puntos con un 0-2 que refleja la diferencia de estados anímicos. Los verdinegros siguen atrapados en una espiral negativa, cada vez más lejos de la salvación. Ocho puntos los separan ahora del Portmany, que marca el límite. La permanencia ya no depende solo de una reacción, sino de una auténtica gesta.

Con solo seis jornadas por delante, la liga entra en una fase crítica. La Penya aún sueña, pero no puede permitirse más tropiezos si quiere pelear por el ascenso. El Portmany necesita reencontrarse con la victoria para no complicarse la vida en el último tramo. Y el Sant Jordi, más que esperanza, necesita un milagro. La jornada 28 dejó un aviso claro: ya no hay margen para el error.

121-71. Una exhibición con nombre y apellido: Jan Zidek y la tarde de los fuegos artificiales

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Hay partidos que se disfrutan como una bandeja limpia tras un crossover de escándalo. De esos que te obligan a levantarte del asiento, levantar las manos y mirar a tu colega con cara de “¿has visto eso?”. Pues eso fue lo que ocurrió en Sa Pedrera: un festival de triple, showtime a raudales y una grada rendida ante un tipo que decidió ponerse el traje de superestrella. El Class Bàsquet Sant Antoni destrozó al Ibersol Tarragona con un sonoro 121-71, pero si este marcador pasa a la historia no es solo por el +50. Es porque hubo un MVP que se salió del guion para escribir su propio libreto: Jan Zidek, el checo que enchufó diez triples como si estuviera jugando en su patio trasero.

Desde el primer salto, se notó que los de David Barrio iban en modo apisonadora. El parcial inicial fue un clínic de ejecución ofensiva: ritmo alto, acierto quirúrgico y una defensa que convertía cada ataque rival en una odisea. De la Rúa abrió la veda con un triple, Arqués se apuntó con una tabla elegante y Gantt confirmó que la línea de tres era zona de confort. En tres minutos, el Sant Antoni ya ganaba 12-0 y a los tarraconenses solo les quedaba rezar para que el temporal no se convirtiera en huracán. Pero claro, se convirtió.

Los visitantes, ya descendidos, eran el sparring perfecto para una plantilla que no entiende de treguas. El primer cuarto acabó con +19, el segundo con +27 y al descanso ya flotaba en el ambiente una pregunta inevitable: ¿hasta dónde va a llegar esto?

La respuesta llegó en el tercer cuarto, ese terreno de nadie donde algunos equipos se relajan… pero no este. Los portmanyins aceleraron como si estuvieran en la final de la NBA. El objetivo era claro: llegar a los 100. Y ahí apareció Zidek con el lanzallamas. El ala-pívot estaba en trance, metiendo desde el córner, desde frontal, en transición, con step back… daba igual. Cada vez que el balón salía de sus manos, era poesía de tres puntos. Terminó con 10 de 13, una locura que debería ser declarada patrimonio baloncestístico de la jornada.

Sa Pedrera rugía, disfrutaba, celebraba cada triple como si fuera una canasta ganadora. El mate de Taiwo tras asistencia de Llamas fue otro highlight para la videoteca, pero el protagonismo era checo. Cuando se fue al banquillo, con una ovación de esas que te erizan la piel, el marcador ya había pasado la centena.

Y no se quedaron ahí. Porque cuando un equipo está con la flechita para arriba, no hay quien lo pare. Acabaron con 121 puntos, máxima anotación de la temporada, 21 triples anotados y una demostración de que la racha de quince victorias seguidas no es casualidad. Es trabajo, talento y hambre. Mucha hambre.

A este Sant Antoni hay que tomarlo en serio. Va lanzado, juega con alegría, se pasa el balón como si fueran colegas en el playground y encima tiene a un francotirador como Zidek en estado de gracia. Puede que el rival estuviera ya con un pie y medio en EBA, pero lo que se vivió en Sa Pedrera fue mucho más que una paliza: fue una declaración de intenciones. Aquí hay equipo, hay show y hay sueños de ascenso que ya no suenan tan lejanos.

El baloncesto, cuando se juega así, es pura fiesta. Y el Sant Antoni, ahora mismo, tiene la llave del garito.

Class Bàsquet Sant Antoni, 121 (29 + 30 + 28 + 34)

De la Rúa (7), Rodríguez (3), Gantt (18), Arqués (10) y Smith (7). Mayo (12), Taiwo (10), Peris (13), Llorca, Zidek (34) y Llamas (7).

Ibersol Tarragona, 71 (10 + 22 + 17 + 22)

Duch, Pardina (3), Plitzuweit (11), Fernández y Ndour (23). Okeke (2), García Pérez (7), Fernández Linares (5), Cera (6), Trouve (7) y Fernández Masip.

Tiza, carambola y título: Mezquida y Beltrán se coronan reyes del escocés en Eivissa

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En la sala Ilusions Pool de Eivissa no faltaron los tacos bien calibrados, las miradas de concentración afiladas como diamante y los silencios cargados de tensión que solo se rompen con el seco clack de una bola bien embocada. Allí, bajo los focos y sobre tapetes verdes que conocen de sobra los secretos del billar balear, Ángel Mezquida y Óscar Beltrán se hicieron grandes. Muy grandes. Campeones, nada menos, del Campeonato Balear de Parejas Escocesas de Bola-9 tras una final de infarto que acabó 6-5 a su favor.

La dupla ibicenca, afinada como reloj suizo y compenetrada como si compartieran un mismo taco, supo navegar una final que tuvo de todo: entradas limpias, bandejas que parecían imposibles, errores no forzados y giros de guion dignos de Hollywood. Enfrente, nada menos que Felipe González, un habitual de los podios y flamante doble campeón balear individual, acompañado por el siempre batallador Ricardo Rojas. Un choque de trenes en toda regla.

El formato escocés, esa modalidad que obliga a alternar el golpe entre compañeros, no perdona distracciones ni egos: aquí se gana en pareja o no se gana. Y ahí, Mezquida y Beltrán firmaron una partitura sin apenas notas discordantes. Una coreografía medida, donde uno colocaba y el otro remataba con la frialdad de un cirujano. Hubo momentos de magia pura, de esos que arrancan murmullos entre el público y hacen que hasta el rival levante una ceja en señal de respeto.

Pero si la final fue un duelo de alto voltaje, el torneo entero fue una demostración de músculo ibicenco. Las primeras posiciones del campeonato hablaron claro: la isla manda. Completaron el podio Víctor Moreno y Juanjo Cardona, y la pareja mixta de experiencia y garra formada por Joerg Malonnek y Javi Sala. Bronce merecido para ambos dúos, que dejaron claro que aquí nadie regala nada y que en cada partida hay que sudar la camiseta… o al menos la muñeca.

Detrás de los tacos y las bolas numeradas, hubo también una organización impecable. El Club Billar Eivissa, con el respaldo de la Federació Balear de Billar, tejió un evento donde la deportividad brilló casi tanto como el nivel competitivo. Y es que en este mundillo del paño verde, los gestos cuentan tanto como los carambolazos.

Ahora, con el trofeo en sus vitrinas y la satisfacción de haber tocado bola en los momentos clave, Mezquida y Beltrán pueden tomarse un respiro. Aunque ya se sabe: en el billar, como en la vida, la próxima partida siempre está a la vuelta de la esquina. Y más vale llegar con la tiza en la mano y el pulso firme.

Porque en Eivissa, cuando suena la tronera, el que no esté afinado… se queda fuera de juego.

Contra el viento y contra el crono: Cursa Patrimoni a ritmo de récord y con alma de fiesta runner

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En Ibiza, cuando sopla el viento, no hay peinado que aguante… pero tampoco hay runner que se frene. Y este sábado, en la Cursa Patrimoni 2025, ni el mismísimo Eolo pudo detener a una marea de más de mil corredores que salieron con una consigna clara: correr hasta que las piernas digan basta, y el reloj, si se deja, también.

La jornada arrancó con ambiente de gran cita. De esas que huelen a Reflex, ilusión y dorsal bien prendido al pecho. En la línea de salida del 10K, los galgos se miraban de reojo, sabiendo que el circuito era de los que invitan a volar… pero con el viento en contra, la épica estaba servida.

Y ahí emergió Santiago Catrofe, el uruguayo que ya hace tiempo dejó de correr, porque lo suyo es directamente levitar. Paró el crono en 28:54, bajando de los 29 minutos como quien se quita una piedra de la zapatilla. Ni los zarpazos del viento ni los intentos de Sergio Jiménez y Pol Oriach por seguirle pudieron con él. El charrúa tenía un objetivo claro: dejar claro que Ibiza es tierra de ritmos infernales y atletas de élite.

Detrás, Sergio Jiménez, que venía con galones de aspirante serio, no pudo desplegar todo su potencial por unas molestias, pero defendió la plata con coraje (29:27). Y el joven Pol Oriach, más habituado a brillar bajo techo, demostró que en ruta también tiene pólvora en las piernas con un 30:05 que sabe a futuro prometedor.

Pero si hubo una que voló bajo radar y acabó reinando sin discusión fue María Forero. La onubense, con la mirada puesta en el récord sub23 de 10K, se topó con un vendaval que no firmaría ni un ultramaratoniano de montaña. Aun así, su 33:39 fue oro puro en un podio que compartió con dos auténticas gacelas como Laura Priego (33:58) y Lidia Campo (34:05). Forero no necesitó récords para confirmar lo evidente: está para lo que quiera.

En la categoría balear, las medallas también tuvieron nombre propio. David Palacio (30:11) y Andrea Romero (34:13) se enfundaron el maillot de campeones de las Islas con autoridad. Especial mención para Andrea, que corrió con la confianza de quien conoce cada recoveco del circuito y lo convirtió en su jardín particular.

Mientras tanto, en el 5K Toni Costa Balanzat, los cuchillos volaron. Carlos Merino y Christian Torres ofrecieron un sprint de los que quitan el hipo, con Merino llevándose la victoria por solo dos segundos (17:40). En chicas, Verónica Castro no dejó margen a la duda: lideró, controló y remató con un crono de 19:29 que le dio un triunfo sin discusión.

Y como colofón, los más peques tomaron el relevo en las carreras infantiles. Porque en esta Cursa Patrimoni no solo se corre por bajar marca, también se corre por herencia, por pasión, por ciudad. Es una cita que respira historia entre zapatillas voladoras y geles energéticos.

Ibiza ha hablado. La Cursa Patrimoni ya no es promesa, es realidad consagrada en el calendario runner nacional. Una de esas pruebas donde el crono se respeta, pero lo importante es correr con el corazón en la garganta y las piernas echando fuego. Con o sin viento. Porque cuando hay ganas, no hay ráfaga que detenga a un runner de verdad.

La UD Ibiza busca recuperar el paso ante el Hércules

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La UD Ibiza encara este domingo un duelo clave en el Rico Pérez con la necesidad de reconducir el rumbo tras dos jornadas en las que, más allá de los resultados, las sensaciones no han sido del todo positivas. El equipo celeste llega a Alicante con el objetivo de mantener el liderato, pero también con la intención de dejar atrás una dinámica marcada por expulsiones, decisiones arbitrales discutidas y cierta falta de acierto en los metros finales.

El rival no es cualquiera. El Hércules, aunque irregular, llega de ganar en un campo tan exigente como el del Ceuta y sabe que ante el líder tendrá una oportunidad de dar un golpe sobre la mesa. Paco Jémez es consciente del escenario que se presenta: un partido complicado, con un rival que buscará transiciones rápidas y aprovechar cualquier pérdida. Por ello, el técnico insiste en la importancia de controlar bien el balón y minimizar los errores en zonas comprometidas.

Más allá del análisis táctico, en el entorno del Ibiza sigue pesando la sensación de agravio por el criterio arbitral en las últimas jornadas. Dos expulsiones consecutivas —la última, la de Monju frente al Intercity— han condicionado los partidos y han generado cierta frustración en el cuerpo técnico. Jémez no ha ocultado su malestar, pero ha optado por centrarse en lo que depende del equipo: mejorar la gestión de los partidos y no permitir que situaciones externas marquen el desarrollo del juego.

En lo deportivo, el equipo afronta el duelo con bajas importantes. Davo sigue fuera por lesión, Jesús Álvarez no ha entrenado con el grupo, y Monju cumple sanción. Sin embargo, la vuelta de Dauda a la titularidad aporta profundidad ofensiva, mientras que Quique, que ha rendido bien en las últimas semanas, sigue siendo una alternativa de garantías.

A pesar de los últimos tropiezos, el Ibiza mantiene la primera posición y depende de sí mismo para lograr el objetivo. Quedan nueve jornadas por delante y la regularidad será clave en este tramo final. Jémez lo tiene claro: ni euforia cuando se gana, ni dramatismo cuando se pierde. El equilibrio será determinante para sostener la candidatura al ascenso.

Este domingo, más allá del resultado, será importante ver cómo responde el equipo tras una semana complicada. El Rico Pérez no será un campo fácil, pero el Ibiza ha demostrado durante la temporada que sabe competir en los escenarios exigentes. El reto está en volver a hacerlo con firmeza, personalidad y, sobre todo, once jugadores sobre el césped hasta el pitido final.

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