Cuando el calendario empieza a apretar y los objetivos se definen con cada jornada, no hay margen para distracciones. La UD Ibiza lo sabe, pero este sábado volvió a tropezar, y lo hizo de nuevo ante un rival de la parte baja. La derrota por 2-1 frente al Marbella no solo duele por el resultado, sino por lo que implica: una nueva oportunidad perdida para engancharse con firmeza a la lucha por el ascenso directo.
El equipo de Paco Jémez compareció con cambios sustanciales, tanto en nombres como en el dibujo táctico. El técnico cordobés quiso romper la dinámica con una propuesta distinta, apostando por un sistema de tres centrales y sin extremos puros. Hubo intención, sin duda. Incluso un arranque esperanzador, con un gol tempranero de Guillem que, con la ayuda de un rebote, dio ventaja a los celestes. Pero lo que vino después fue una secuencia de errores que terminaron por desdibujar cualquier plan.
La UD Ibiza se mostró frágil en las transiciones y poco contundente en las dos áreas, algo que, a estas alturas de campeonato, resulta preocupante. El Marbella, con mucho menos balón pero con más verticalidad, no necesitó demasiado para darle la vuelta al marcador. Un robo en zona peligrosa y una acción mal defendida bastaron para que Tahiru, en dos ocasiones, castigara los desajustes defensivos de un equipo que no termina de encontrar la solidez necesaria.
El segundo tiempo ofreció una imagen de lucha, pero también de impotencia. El conjunto ibicenco dominó territorio y posesión, pero sin claridad ni colmillo. Las ocasiones, cuando llegaron, no fueron suficientes para cambiar el rumbo del partido. Y mientras los minutos se escapaban, también lo hacía la posibilidad de sumar tres puntos que podrían haber relanzado las aspiraciones de un equipo diseñado para mucho más.
El problema no es solo el resultado. Es la tendencia. Tres derrotas en las últimas cinco jornadas hablan de una UD Ibiza que ha perdido chispa y, sobre todo, regularidad. A falta de pocas fechas, y con rivales directos sumando, cada paso en falso se multiplica. El margen de error se ha reducido a la mínima expresión.
Aún hay tiempo, sí. Pero el ascenso directo ya no depende solo de los ibicencos. Hace falta una reacción inmediata, no solo en el juego, sino en la mentalidad. Porque más allá del sistema táctico o de los nombres sobre el césped, lo que necesita el equipo es volver a competir con la intensidad y la concentración que exige el tramo decisivo de la temporada.
La UD Ibiza aún está a tiempo de cambiar el rumbo, pero cada jornada que pasa sin hacerlo deja una sensación más nítida: que el tren hacia Segunda se aleja, y que solo una reacción firme evitará que la estación final esté más lejos de lo previsto.