Hasta el límite: la otra cara del boom del running popular

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La línea de meta, envuelta en luces tenues del atardecer, fue testigo de una escena tan sobrecogedora como repetida. Corredoras temblorosas, con la mirada perdida, sostenidas por compañeros de carrera para no desplomarse a pocos metros del final. Algunos llegaban al límite, literalmente. La emoción del logro se mezclaba con el agotamiento extremo. Y en ese contraste, la Ibiza Media Maratón dejó este año algo más que tiempos y medallas: una señal de alarma.

Según recoge Noudiari, Ana Bella Castaño, coordinadora de Fisioterapia de Atención Primaria del Área de Salud de Ibiza y Formentera, vivió la prueba desde dentro —como participante y como profesional— y lo que vio le confirmó una tendencia que preocupa cada vez más en el mundo del running popular: el desprecio, consciente o no, por los límites del cuerpo.

Desde su experiencia clínica, Castaño observa un patrón que se repite con demasiada frecuencia. Personas sin preparación específica, con escasa base física y a menudo sin una simple revisión médica previa, se lanzan a completar 21 kilómetros como si bastara con la voluntad. Pero el cuerpo, tarde o temprano, pasa factura. Lesiones musculares, deshidrataciones severas e incluso complicaciones cardiovasculares forman parte del reverso silencioso de este tipo de pruebas.

Como explica Noudiari, para Castaño lo más preocupante es esa idea tan extendida de que apuntarse a una media maratón es una experiencia “accesible”, casi turística, sin necesidad de entrenamiento serio. De hecho, gran parte de los corredores venidos de fuera llegan a Ibiza con pocas horas de sueño, fiesta acumulada y hábitos poco compatibles con una competición de fondo. Y lo pagan caro.

La fisioterapeuta no habla desde la barrera. Lleva más de dos décadas corriendo y se preparó durante ocho meses para esta edición. Entrenamientos cuatro días por semana, sesiones de fuerza, control del descanso, alimentación medida. Y aun así, admite que el riesgo de lesión siempre está presente. Por eso le resulta alarmante ver cómo muchas personas, sin ninguna base, se lanzan al asfalto pensando que el cuerpo aguantará por arte de magia.

El auge del running ha traído cosas maravillosas: salud, comunidad, superación. Pero también ha dado pie a una peligrosa banalización del esfuerzo. Correr una media maratón no debería ser una hazaña de supervivencia, sino un reto asumido con respeto y preparación. Porque cuando el cuerpo dice basta, no hay medalla que compense.

Y quizás la Ibiza Media Maratón, con su luz dorada y su ambiente festivo, sea el escenario perfecto para reflexionar sobre eso: que cruzar la meta está bien, pero llegar sano está mucho mejor.

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