¿Quién dijo que estaba todo escrito? ¿Quién dijo que la temporada ya no tenía margen para la ilusión? En Sant Antoni se ha encendido una chispa. Este miércoles por la tarde, sobre el césped del Municipal, el Portmany ha dado el primer paso de una nueva etapa. Una etapa que no se mide solo en puntos o en clasificaciones, sino en energía, compromiso y orgullo por un escudo que quiere volver a rugir.
Con Iván Granados al frente, acompañado por Carlos Rico, Carlos Costa y el apoyo de David Luna, el primer equipo ha comenzado a caminar bajo un nuevo liderazgo. El cuerpo técnico que hasta ahora dirigía al Juvenil A se pone al frente del vestuario sénior con un objetivo claro: levantar el ánimo, recuperar la identidad y pelear cada punto como si fuera el último.
¿La situación? No es cómoda, claro que no. El equipo es decimotercero en la tabla con 30 puntos, y aunque mantiene un colchón de nueve sobre el descenso, nadie quiere relajarse. Al contrario, la consigna es mirar hacia arriba, afrontar el tramo final de temporada con ambición y, sobre todo, cambiar la dinámica. Porque este grupo puede dar más. Porque este vestuario tiene fútbol, tiene alma y, ahora, tiene un nuevo impulso desde el banquillo.
El primer entrenamiento, que ha arrancado a las 17:30 horas, ya ha dejado claro que aquí no se viene a pasar el tiempo. Antes de tocar balón, cuerpo técnico y jugadores compartieron una charla directa, de las que buscan remover por dentro. Hay un nuevo camino por recorrer, y la primera piedra se puso este mismo miércoles. A partir de ahora, se respirará una metodología diferente, se aplicarán nuevas rutinas, y cada ejercicio tendrá un propósito claro: crecer como equipo, competir mejor y recuperar sensaciones.
Pero este viaje no lo puede hacer solo el vestuario. El papel de la afición será clave. Porque si algo puede marcar la diferencia en estos últimos nueve partidos es la fuerza de la grada. El Municipal de Sant Antoni debe volver a ser un fortín. Un lugar donde los rivales sientan la presión y donde los jugadores se sientan arropados. Esa conexión entre equipo y grada será vital para dar ese salto emocional que a veces decide más partidos que una táctica.
Y qué mejor forma de medir ese nuevo impulso que con un reto mayúsculo: este fin de semana, el debut del nuevo cuerpo técnico será nada menos que en el derbi pitiuso ante el Formentera, líder sólido de la categoría y uno de los equipos más regulares del campeonato. ¿Difícil? Por supuesto. ¿Imposible? En absoluto. El grupo confía en dar la campanada, en mostrar desde el primer minuto que este Portmany va en serio y que, pese al desafío, hay argumentos para competir de tú a tú con cualquiera.
El derbi no solo será una prueba deportiva. Será también una declaración de intenciones. Un escenario perfecto para demostrar que este nuevo ciclo llega con hambre, con determinación y con la firme voluntad de pelear por cada balón como si fuera el último.
El Portmany ha encendido el motor. Ahora toca apretar los dientes, creer en el camino y, sobre todo, caminar todos juntos. Porque cuando equipo y afición reman en la misma dirección, cualquier objetivo se vuelve posible. Y eso, en Sant Antoni, lo saben bien.