Hay días en los que el deporte trasciende el cronómetro, las marcas y el esfuerzo físico. Días en los que correr es un acto colectivo de compromiso, de solidaridad y, sobre todo, de reivindicación. Este domingo, Eivissa vivió uno de esos días. La XIII Cursa per la Dona y la IX Caminada per la Dona han dejado una huella profunda en la isla, no solo por batir su récord de participación —más de mil personas—, sino por el mensaje que resonó con cada zancada: la igualdad también se conquista paso a paso.
Desde primera hora de la mañana, las calles se tiñeron de rosa. El ambiente era vibrante, contagioso. En la plaza Julià Verdera, en Figueretes, se respiraba emoción, compañerismo y una energía difícil de describir. Fue allí donde arrancó el recorrido de 4,3 kilómetros que culminó en Sant Jordi, pero lo cierto es que la meta estaba mucho más allá del asfalto. Estaba en cada gesto de apoyo, en cada sonrisa compartida, en cada mujer —y también en cada hombre— que decidió sumarse a esta causa.
El evento, pensado para ser inclusivo y accesible, acogió participantes de todos los perfiles. Desde corredoras veteranas hasta familias enteras, pasando por mujeres que se iniciaban en el deporte o personas llegadas desde diferentes rincones del país. Incluso hubo representación internacional, con más de una docena de nacionalidades en la línea de salida. Y como muestra del espíritu que envuelve esta cita, una de las participantes más ovacionadas fue una mujer nacida en 1943, que cruzó la meta demostrando que la edad es solo un número cuando hay ganas y motivación.
Tampoco pasó desapercibido el carácter integrador del evento: casi un 8% de los inscritos fueron hombres. Porque aquí, más que competir, se trata de sumar. De caminar juntos hacia una sociedad más justa, más equitativa y más consciente.
Uno de los pilares de esta edición ha sido, además, su vertiente solidaria. La mitad del importe recaudado con las inscripciones —un total de 2.500 euros— se ha destinado a la Asociación de Cáncer de Mama Metastásico. Un gesto que habla de compromiso real y que convierte cada paso dado en un pequeño impulso para la investigación y la esperanza.
La organización también dio un paso al frente en cuanto a innovación, incorporando por primera vez la tecnología OWQLO para mejorar la experiencia de las participantes y agilizar la gestión de la jornada. Un salto cualitativo que deja claro que el evento no deja de crecer, edición tras edición.
Además del recorrido, las corredoras se llevaron a casa un welcome pack con camiseta conmemorativa, cantimplora y algún que otro detalle que puso el broche a una jornada marcada por la emoción. Pero lo que seguramente quedará en el recuerdo será la sensación de formar parte de algo más grande: una comunidad que corre por algo más importante que un tiempo en meta.
Tras el éxito rotundo de esta edición, los organizadores ya miran hacia el futuro con ambición. La Cursa per la Dona se ha consolidado como una cita imprescindible en el calendario de la isla, no solo como evento deportivo, sino como un símbolo de cambio. Porque cada año son más las voces que se suman, más los corazones que laten al unísono, más las manos que empujan hacia una igualdad que, aunque aún no es plena, está cada vez más cerca.
Y si algo quedó claro este domingo en Eivissa es que el camino hacia esa meta no se detiene. Se corre, se camina, se celebra… pero nunca se da un paso atrás.