Cuando hablas de baloncesto, hay nombres que resuenan con ecos de canastas y aplausos. Pero hay uno que, aunque tal vez no retumbe en las grandes ligas, resuena con una fuerza igualmente impresionante en las canchas de las competiciones FEB: David Barrio. Este estratega, que ahora dirige con mano firme el timón del Class Sant Antoni, acaba de marcar un hito personal y profesional: 200 partidos como el cerebro detrás del juego, el coach principal en este vibrante mundo del baloncesto español.
“Ni en mis mejores crossovers imaginé algo así”, podría decir Barrio si le preguntas sobre este logro. Y es que alcanzar 200 partidos al frente, no es moco de pavo. Es el resultado de horas y horas de estrategias, de estudiar el juego como si de un libro sagrado se tratase, de conocer a sus jugadores no solo por su número, sino por su respiración en la cancha, sus miradas, sus miedos y, sobre todo, sus sueños.
David no es de esos que se guardan el agradecimiento. Con un gesto tan humilde como grande, ha repartido palabras de gratitud como quien reparte asistencias en un partido ajustado. “Gracias totales”, diría, reconociendo no solo al Class Sant Antoni, su actual escuadra, sino también a los equipos que fueron parte de su viaje: Vírgen de la Concha, Ponce Ginemédica Valladolid y Clínica Ponferrada SDP. Esos nombres, para él, no son solo equipos; son capítulos de una novela épica, son familia.
Llegar a 200 partidos en las competiciones FEB no es simplemente un número; es una odisea de viajes, de juegos ganados y perdidos, de lecciones aprendidas y enseñadas. Barrio sabe que cada juego es una historia, cada cuarto una batalla, cada minuto una oportunidad para ser mejor, para hacer mejor a su equipo.
Mientras el balón sigue botando y las canastas se siguen llenando, la figura de David Barrio permanece, inquebrantable, detrás de sus jugadores, observando, aprendiendo, enseñando. Porque para él, este juego es más que puntos en un marcador; es pasión, es vida.
Así que aquí estamos, celebrando no solo 200 partidos, sino celebrando a un maestro del baloncesto, un líder dentro y fuera de la cancha, un visionario que sigue soñando con el próximo juego, porque en el mundo de Barrio, el próximo partido siempre puede ser el mejor.
