Víctor M. Victoria A la cuarta fue la vencida y el Sant Jordi jugará, por fin, en la Tercera División del fútbol español. El club jordier logró este sábado en Son Malferit un histórico ascenso, el primero en más de setenta años de historia, después de empatar sin goles contra el Campos en la gran final del playoff. El resultado ha hecho valer la mejor clasificación de los verdinegros en la Liga Regular, pues ocupaban la primera posición en la Regional Preferente ibicenca cuando explotó la crisis del coronavirus, mientras que su rival era segundo en el grupo mallorquín. Así, el equipo que entrena Rafa Payán consigue el máximo premio en una temporada excelsa, sin ninguna derrota en su debe y con la consecución también de la Copa Interpueblos. Ha sido, sin duda, una temporada sobresaliente.
Los zurdazos de Daisume y Jordi Serra, las decisivas paradas del joven Adrián, el despliegue físico de Flavio Scarone y Chaco, pero sobre todo el estilo del elenco de jugadores que dirige Rafa Payán ya forman parte del imaginario verdinegro. Porque si de algo puede presumir el Sant Jordi es de sello propio. Siempre apostando por el fútbol de toque y combinación con el campo abierto, el equipo del Kiko Serra ha querido ser protagonista en todos los partidos y nunca ha perdido la compostura en los momentos difíciles, que los ha habido también, sufriendo y creyendo ciegamente en la idea. Aquellos triunfos ligueros en los últimos minutos contra la Penya Blanc i Blava, Atlético Jesús o Ciudad de Ibiza eran entonces un presagio del posterior desenlace. El grupo ha tenido fe ciega en sus posibilidades, sobre todo en la eliminatoria contra el Alaró, y buena parte del éxito es fruto de ello.
Con el pitido final del colegiado Pau Muntaner se desató la merecida locura en el césped de Son Malferit, después de un partido repleto de intensidad pero poco vistoso en fútbol por lo mucho que había en juego. Cánticos, abrazos, manteos y muchas lágrimas de alegría en la familia verdinegra, que ya había intentado tres veces, pero sin éxito, la proeza de jugar en Tercera División. Desde la distancia, en las dependencias del Kiko Serra, la alegría de la masa social también fue mayúscula, y el propio municipio acogió por la noche a sus héroes para celebrar el ascenso como se merece. Una pena no haber podido celebrar con la afición en directo tan ansiado hito futbolístico, pero las circunstancias del guion han obligado a un playoff algo descafeinado desde el lado emotivo.
La alegría de Pablo Rodríguez, director deportivo del Sant Jordi, era total, merecida y absoluta. El arquitecto de este plantel futbolístico, su mente creadora, afirmó al acabar el partido que “es un orgullo muy grande formar parte de este club y conseguir un hecho tan importante en su historia. Hemos culminado un año redondo, todos los jugadores sumaron, el secreto ha sido la unión que ha habido en todos los estamentos. Vivimos tiempos difíciles con el inicio de la pandemia, pero no hay que olvidar que este equipo empezó a entrenar tres semanas antes gracias a la ayuda del Ayuntamiento, de la cantina, de todos. Hemos sido una familia y por eso logramos este merecido ascenso. Vamos a disfrutarlo por todo lo alto”.
También el atacante y auténtico referente ofensivo verdinegro, Jordi Serra, máximo goleador del equipo con 15 goles esta temporada, rebosaba felicidad pese a las fuertes patadas recibidas durante este playoff por los rivales. No en vano, el talentoso zurdo cuenta con tres ascensos a sus espaldas, tras los conseguidos antes con UD Ibiza y CD Ibiza, una efeméride de la que pocos en la isla pueden presumir. “Ha sido un partido muy complicado. No nos han dejado casi jugar, pero en la primera parte hemos sido superiores. En los playoff se gana sufriendo. Es increíble que haya logrado un tercer ascenso, no termino de creérmelo. Quiero dar las gracias a Rafa por confiar en mí, a David y a todo el Sant Jordi por confiar en mí”.
Protagonista del partido también fue Chaco. El número “6” fue, desde la línea medular, el mejor del partido de los verdinegros. Enorme en el despliegue físico, combinado con resolutiva clarividencia para sacar la pelota desde atrás y romper líneas en el rival. “Ha sido un partido muy intenso, nos costó al principio salir con el balón, pero luego supimos controlar el partido. Estamos muy felices por conseguir algo así. Confiar siempre en nuestra idea nos ha traído aquí. Uno tiene que confiar siempre en sus armas y en su identidad. Para mí, además, tiene una carga emocional especial porque es un club muy familiar, muy cercano y soy técnico del fútbol base. Desde que llegué hace dos años me siento muy identificado con este club, y la unión entre la plantilla, la directiva y la afición es máxima”.
Ejemplo de tal comunión y familiaridad es el guardameta Adrián, de tan solo 18 años y con sello en la cantera del Koko Serra, quien ha sido protagonista decisivo, con sus meritorias intervenciones, del ascenso verdinegro. El guardameta, con una templanza impropia de tan corta edad, dijo sentirse “muy contento y orgulloso de formar parte de este equipo. No había vivido nunca nada así y ha sido muy emocionante. Tras setenta y un años de historia del club, somos los primeros en conseguirlo. Para mí es muy emocionante porque mi padre también jugó en este equipo y lograr el ascenso es lo máximo. Las claves han sido que tenemos un grupo muy bueno de gente, donde nunca hay malos rollos, y tenemos nuestra idea de juego muy clara, nunca perdemos la calma”.
Ahondando en el análisis del partido, el primer acto del duelo resultó de lo más táctico e igualado por lo mucho que había en juego, y cada contendiente desplegó con éxito sus particulares armas. El Sant Jordi, advertido por su mal inicio contra el Alaró, arrancó esta vez más enchufado, si bien la primera ocasión fue para el rival rojillo, con un disparo de Albert Coll que despejó Adrián en una buena intervención (4’). Inmenso el papel del canterano, de tan solo 18 años, bajo los palos de Son Malferit. Minutos más tarde, el robusto delantero del Campos volvió a avisar de sus intenciones, esta vez con un lanzamiento de falta que pasó por debajo de la barrera y salió rozando el poste (14’). A partir de ahí, los jordiers se adueñaron del partido, con su habitual propuesta de toque, campo abierto y posesión, con el mediocentro Chaco como auténtico vertebrador del juego. Pero tampoco llegó a generar peligro de gol el equipo de Rafa Payán. Tan solo un disparo de Flavio, de nuevo muy incisivo en el costado derecho, inquietó ligeramente al guardameta Alejandro Coll, inédito en el primer acto.
Tras el paso por vestuarios, la dinámica se mantuvo en similares derroteros. No se lanzó en tromba el Campos en pos del gol del ascenso, y el Sant Jordi siempre se mantuvo firme en todas sus líneas. Tan solo a balón parado logró inquietar el equipo mallorquín a su adversario, hasta que superado el ecuador de la segunda mitad, los rojillos tuvieron la ocasión más clara de todo el partido. Nené controló de espaldas un balón dentro del área, pero su acrobático remate de chilena salió rozando el poste de la portería verdinegra (70’). Con el susto en el cuerpo, los jordiers dieron un paso al frente y, demostrando otra vez personalidad, apenas dejaron a su rival generar algún peligro. Solo una falta lateral ejecutada por Albert Coll y detenida con acierto por Adrián, que supuso el final del partido.
Alegría desbordante para un éxito sin precedentes de un equipo, el Sant Jordi, que ha dejado huella en la isla. Enhorabuena jordiers.