Hace cuatro años Amadeo Salvo y Rufete fueron al Nuevo Mirador de Algeciras a jugarse la permanencia de Segunda B con el Mestalla. El próximo domingo volverán al mismo estadio, pero lo harán con un equipo distinto y en busca de un objetivo diferente, el ascenso a la división de bronce. El guión que dicta el fútbol moderno tiene estos giros dramáticos. El presidente y el entrenador de la Unión Deportiva Ibiza saben perfectamente que la bola que les ha tocado en suerte tiene espinas, que el Algeciras era uno de esos rivales -como el Hospitalet o el Jaén- que ningún tercero deseaba encontrarse en la primera etapa del playoff. Será el momento para que el Ibiza de Salvo olvide el baile de técnicos que ha condicionado su temporada regular de principio a fin y saque a relucir el potencial que atesoran sus estrellas para podar al Algeciras sin pincharse los dedos. Disponer del partido de vuelta en Can Misses debería dar tranquilidad a los ibicencos de cara a una promoción de ascenso que llevan nueve meses esperando. Es el momento de matar o morir.
Historia, afición, experiencia y una plantilla que mezcla veteranos de vuelta de todo y chavales que vienen con ganas son las bazas del Algeciras. El club gaditano está entrenado, además, por un perro viejo de los banquillos. A sus 63 años, el sevillano José Antonio Asián quiere darle una alegría a su ciudad de adopción. Asián vive en la ciudad más poblada del Campo de Gibraltar desde hace más de tres décadas. En ese tiempo ha ocupado casi todos los cargos posibles (jugador, ayudante, coordinador de la cantera, entrenador interino y, ahora, míster principal) en el Algeciras. Es un referente de los rojiblancos y su palabra es la ley en el Nuevo Mirador. Fruto de su experiencia, Asián sabe muy bien cómo disputar un playoff. Se ha visto en muchas así. Para sacar adelante los 180 minutos de infarto que le esperan a su equipo contra el Ibiza, Asián apostará por Jesús Romero en la portería. Quienes le han visto domingo tras domingo aseguran que es uno de los mejores guardametas de las dos ligas territoriales andaluzas. En defensa destacan dos súper veteranos nacidos en la provincia de Cádiz: el central Miguel Ángel Berlanga (36 años en agosto) y el lateral zurdo Mané (36 cumplidos en diciembre), que jugó 183 partidos en Primera División entre el Almería y el Getafe. En la medular, asusta la llegada al área contraria que aportan Ayala (siete goles) y Albertito (trece). Son los complementos perfectos para Moussa Sidibe, que ha marcado nueve desde que viste de rojiblanco. Tras su llegada en invierno proveniente del Guadalajara, el maliense ha sido el falso ariete que necesitaba el Algeciras. Con él, los algecireños se recuperaron de la mala racha con la que alcanzaron la Navidad y recuperaron el juego alegre que les llevó a permanecer invictos durante las primeras diez jornadas de liga. Además, contra un ex como el Ibiza, Moussa tendrá ganas de ampliar la cuenta goleadora que acumula desde que atracó en el puerto que da entrada al Mediterráneo y conecta la península con África.
Una cosa tienen en común Ibiza y Algeciras. Los dos clubes construyeron en verano plantillas para campeonar en sus grupos de Tercera y luego se estrellaron contra la fortaleza de dos filiales. El Cádiz B del ibicenco Jordi Tur ha sido para el Algeciras lo que el Mallorca B para el Ibiza: un rival imposible de desbancar del liderato. Y, encima, a ambos, otro adversario (el Poblense y el Atlético Ceuta) les robó también la segunda plaza. Eso sí, las urgencias del Algeciras son diferentes a las del Ibiza. Subir le haría bien a un club que en 1956 recogió el testigo del España de Tánger, fundado diez años antes y que llegó a disputar la Segunda, cuando el norte de Marruecos consiguió la independencia y sus equipos profesionales decidieron trasladarse a suelo español. En estos sesenta y un años, el Algeciras se ha asomado varias veces por Segunda y ha sido uno de los clásicos del grupo IV de Segunda B. Pero ahora corren tiempos oscuros junto al Estrecho de Gibraltar. La directiva actual, formada por socios veteranos, se ha dedicado en las últimas campañas a sanear unas cuentas agujereadas por las deudas. El ascenso reanimaría a la afición algecireña y reportaría nuevas fuentes de ingresos en forma de aumento de socios y partidos televisados. El domingo, esperan reunir a tres o cuatro mil hinchas en las gradas del Nuevo Mirador, un campo de hierba natural y buenas dimensiones donde la UD Ibiza tendrá la obligación de no achicarse. Para los vileros, ahora bajo el mando de Rufete, subir sí es una obligación. De no lograrlo, el proyecto de Amadeo Salvo de convertir a Can Misses en un estadio señero de Segunda B con aspiraciones a LFP en un plazo de cinco años se encallaría al primer asalto. La pólvora y el desequilibrio de Cirio y Terán, la calidad y el talento de Gámiz, el orden y comando de Liñán, o la seguridad y el liderazgo de De las Heras, desde la defensa, y Álex Sánchez, desde la portería, se pondrán a prueba en Algeciras, la salida de seis semanas que, en caso de llegar a la ronda final del playoff, se prevén apasionantes.