Denis Gerchkovich Tiene solo dos años menos que Diego Maradona, a quien él reconoce como el mejor futbolista de la historia y el único que lo obligó alguna vez a sentarse frente a laTV para ver partidos de las ligas europeas. Sin embargo, mientras que el “Pelusa” se retiró hace casi ya dos décadas, el tiempo parece no pasar para Robert Carmona, un jugador uruguayo al que ni se le pasa por la cabeza la idea de colgar los botines y, temporada a temporada, encara nuevos desafíos.
Con casi 55 pirulos, acumula tres récords Guinness (2014, 2015 y 2016) como el jugador en actividad de mayor edad dentro de las canchas de fútbol. En 2017 va por el cuarto. Tras finalizar su contrato con el Canadian, de la segunda división de Uruguay, se entrena por su cuenta todos los días y se prepara para un año prometedor: seguirá su carrera en España, precisamente en el Inter de Ibiza de Islas Baleares.
“Estuvimos charlando con el entrenador Carlos Fourcade y se interesaron para que yo pudiera ir a participar y trabajar en el área social y cultural en la institución. En unos días voy a viajar y me voy a poner a las órdenes del cuerpo técnico para comenzar los entrenamientos y defender los colores de este equipo que me dio la posibilidad de jugar esa temporada ahí y entrar en la historia del fútbol mundial”, le reveló Carmona a Toda Pasión.
Pasaron cuatro décadas desde que ese chico de menos de 15 años debutó en el ya desaparecido club Dr. Pouey, de la Liga Canaria. Su paso por allí fue corto, ya que al poco tiempo decidió ir a representar al club Pan de Azúcar de Montevideo, donde ya había jugado de chico en el baby fútbol. Lentamente, le fue dando forma a una larga carrera, con momentos llenos de alegrías y otros no tan lindos, y lesiones que amenazaron con poner en jaque su futuro, aunque nunca pudieron ganarle. “Hay Carmona para rato”, aseguró una y otra vez a lo largo de la nota.
-¿Quién fue el que te transmitió este amor por el fútbol?
Esto me trae los mejores recuerdos de mi vida y parte de los más tristes. El que me inculcó el fútbol, que me llevaba a jugar y andaba conmigo, fue mi padre. Ya desde mis comienzos, cuando jugaba al baby fútbol en Montevideo. Este proceso fue muy corto porque Dios me lo llevó en 1973, cuando yo tenía 11 años. Fueron los mejores años de mis comienzos en el fútbol, de alegrías y aprendizajes, ya que él también jugaba.
-¿A él le hubiese gustado que te dediques a esto profesionalmente?
Recuerdo que antes de morir, mi papá me pidió dos cosas. Primero, que cuidara a mi mamá, que hoy tiene 84 años, me acompañó a lo largo de toda la carrera y vive con nosotros. El segundo gran pedido justamente fue que yo fuera futbolista, ya que él me introdujo en la práctica de este deporte tan lindo. Creo que cumplí y con creces, ya que me transformé en un récord mundial, el primer récord Guiness que hay en el fútbol uruguayo. Ser un jugador FIFA y haber superado a tantos jugadores, habla por sí solo.
-¿Y qué representa hoy este deporte en tu vida?
El fútbol para mí es todo. Gracias al fútbol hablo con ustedes, me he hecho conocido mundialmente, he ganado amigos y he cosechado de los otros, pero esos no corren. Es mi vida, mi pasión; es la sangre que corre por mis venas. No se qué haría si no hubiera fútbol. Después de agarrar la pelota de chico, nunca pensé en no dedicarme a esto. Recuerdo que le pedía a los Reyes Magos pelotas o los equipos del Peñarol. Estaba todo el día con una pelota debajo del brazo. Los recreos en las escuelas eran fútbol y fútbol. Después entraba todo transpirado, con la moña y la túnica rota y desatada, por lo que pasaba más tiempo en la dirección que en la clase. Estaba todo el día jugando a la pelota, en la casa, en la calle, en el barrio… algo que se ha perdido últimamente.
-¿Y cuánto tiene que ver tu familia para que hoy sigas adelante con este proyecto?
Yo tengo dos hijos. Santiago, tiene 12 años y juega al fútbol; y Agustina, que está por cumplir 16 y en 2009 fue la impulsora de este camino hacia los Guinness. Recuerdo que estábamos en un shopping, Agus se puso a mirar el Libro Guinness y, como no me encontró, me preguntó por qué no estaba. En aquel entonces yo jugaba afuera y esa situación me motivó a venir a jugar al fútbol en Montevideo y alcanzar el récord. Además, claro, está mi esposa Celia, que es doctora. Ella es el pulmón, el palo donde yo me apoyo para poder estar dónde y cómo estoy. Creo que sin una buena familia que te acompañe, las cosas no caminan bien.
-¿Quiénes fueron tus referentes cuando estabas dando tus primeros pasos?
Tuve dos grandes maestros en el Pan de Azúcar. El Cholo Kerpo de León, que lamentablemente nos dejó hace unos cuantos años. Era un veterano del fútbol, oriundo de la Ciudad de Rocha y que pasó por Montevideo. El otro es Nelson Presente, un amigo con el que a veces me sigo viendo y que fue el que me trajo a jugar al fútbol montevideano. Un muy buen volante central y gran persona, que nos enseñaba, motivaba y apoyaba.
-¿Y algún futbolista con el que no compartiste cancha pero que igual te marcó?¿Un ídolo?
Como ídolo ni hablar, la palabra te lo dice todo. El mejor del mundo, sin duda, fue Diego Maradona. No vi otro como él. Yo no miraba y no miró prácticamente fútbol europeo, solo lo hice durante el tiempo en el que él jugó. Verlo jugar era lo máximo. Es el mejor lejos, por siempre.
-¿Pudiste conocerlo?
En 2005 tuve una lesión que me alejó por un tiempo de las canchas. Me fui a Tristán Suárez, donde me trataron muy bien, y estaba Maradona, que atravesaba un problema de salud. Ahí lo conocí, era el padrino del club y yo llevaba jugadores. Tuve la fortuna de compartir con Diego comidas, charlas, fútbol y hasta de jugar un partido contra él y tratar de hacer algunas jugadas lindas. Me temblaban las piernas. Tengo ese momento bien guardado en el corazón. Mi sueño es encontrarme con él en algún momento y armar algo: algún partido para ayudar a los niños, por la paz o para recaudar fondos para los más necesitados.
– Así como vos tuviste quién te guíe en tus inicios, ¿te gusta hablar con los más jóvenes, darles consejos?
Con ellos hablo mucho de trabajo. Por ahí, después de un partido se van a bailar y les digo que está mal, que no es compatible; o antes de jugar un partido veo que no calientan bien y les doy mi punto de vista, que tienen que prepararse, vendarse, hidratarse, elongar antes y después de cada partido, y hacer todos los trabajos que se requieren para llegar a ser un futbolista profesional. No sé si para triunfar, pero sí para ser un verdadero profesional. Constantemente estoy dando consejos, hablando dentro de la cancha. Muchas veces fui capitán, y ahora, de grande, más.
-¿Cuál es el secreto para, con casi 55 años, competir contra jóvenes de menos de 20?
Al fútbol lo tomé muy profesional desde que tuve el primer momento de conciencia de que esto podía ser mi medio para la vida y de esa manera lo he ido llevando. Yo como sano, no como frituras, no como grasas, no tomo alcohol, no fumo, yo entreno todos los días… vivo pura y exclusivamente para el fútbol. Entreno todos los días como si fuera mi primer día. Me siento como un jugador de 20 años.
– Luego de 40 años de carrera, ¿te queda alguna deuda pendiente?
Al fútbol no le puedo pedir más. Llegué a donde prácticamente nadie lo hizo. Detrás de todo esto, hay un proyecto social en el que soy la imagen de la Asociación Civil “Hacele un gol a la vida”, donde intentamos transmitirle valores a los niños, responsabilidades, una idea de alimentación saludable, sin alcohol ni drogas. Y ahí sí, lo pendiente es terminar de plasmar este proyecto que nos trazamos, recorrer todos los rincones de Uruguay, dejando el mensaje señalado. Que sirva para ayudar a todos ellos que necesiten un apoyo y una contención. Recientemente, firmamos con la Secretaria Nacional de deportes un acuerdo para viajar por el país, vamos a visitar cárceles, escuelas y dejar un mensaje de vida. Estamos cerca de lograrlo.
-Por último, ¿tenés pensada alguna fecha de retiro?
Eso no está en mi mente, está muy lejos. Creo que si Dios me dio la posibilidad de llegar donde llegué y demostrar todo lo que estoy demostrando, pienso y considero que soy un elegido y que algo hay atrás de todo esto. Me siento bien, me siento cómodo, disfruto y sé que estoy haciendo algo bueno, voy por el buen camino y lo dejo en manos de Dios. Mientras que el físico esté en óptimas condiciones y pueda seguir dejando un buen mensaje, voy a seguir dentro del campo de juego.
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