Ormaechea: “Los jugadores son muy egoístas y el entrenador debe pensar en el equipo”

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El entrenador de la Peña conversa con el jugador del San Rafel David de Pablos.
El entrenador de la Peña conversa con el jugador del San Rafel David de Pablos.

David Alba La vida es una constante decisión. Acertamos y fallamos constantemente; hacemos amigos y nos desvinculamos de otros; conocemos personas que nos inspiran y otras que, por cualquier extraña razón, se convierte en familia. Cuando Mario Ormaechea aterrizó en Ibiza en los años 90, a buen seguro, no sabía que el destino le encadenaría en la isla. Por aquel entonces era joven y ya sabía lo que era buscarse las habichuelas como futbolista: una profesión en la que a menudo también se pierde (y se gana) cuando se acepta una oferta y se desecha otra.

Atrás quedaba su paso por el Real Madrid ‘C’, que decidió cederle al Albacete para que fuera rodándose como profesional. Cuando la entidad merengue no le renovó, tuvo la oportunidad de quedarse jugando en el equipo manchego, un club que, a la postre, acabaría jugando en Primera División y en el que jugarían tipos de la talla de Fernando Morientes o Luis Gabelo Conejo. Sin embargo, decidió hacer las maletas e irse al Campo de Gibraltar para jugar un año en la Real Balompédica. Una decisión que tomó “por dinero” y que no salió todo lo bien que pensaba. Pero Mario, que por aquel entonces apenas superaba la veintena de edad, cuando salía de zona de llegadas del Aeropuerto de Ibiza, sabía que hacía una apuesta segura en esta ocasión.

En Sa Deportiva le esperaba su admirado Julián Rubio, un entrenador manchego que ya le dirigió en el Albacete. Y así nació el mejor equipo que ha visto estas islas. La S.D. Ibiza era una máquina de jugar al fútbol y, cada quince días, la gente peregrinaba a Can Misses para verlo. Miles de personas llenaban el campo: algo que, a día de hoy, parece impensable en un campo de Tercera. Ganaban siempre y la afición trataba a los futbolistas como héroes. Y en ese ambiente de felicidad, Mario se enamoró de su vecina. Y el amor, finalmente, le convirtió en ibicenco.

“Creo que Pepe Vidal tenía buenas intenciones”
Sin embargo, el destino esperaba con un mazo al final de la puerta. Y tras el ascenso y firmar una primera vuelta de ensueño en Segunda B que situaba al equipo en puestos de playoff para la hoy conocida ‘Liga Adelante’, comenzó la pesadilla italiana que a día de hoy se mantiene en Ibiza como un catarro mal curado. “Nos encerramos 15 días en Can Misses”, recuerda el hoy entrenador de la Peña Deportiva, que entiende que no son necesarios proyectos económicos enormes para ascender un equipo a Tercera División. “Si se ha hecho con el San Rafael, ¿por qué no se puede hacer con el Ibiza?”, observa Ormaechea, que cree Sa Deportiva está “saneada” y que, a pesar de todo lo ocurrido hasta la fecha, Pepe Vidal tenía buenas intenciones.

Después del Ibiza, el resto de la trayectoria futbolística de Mario pareció un mero trámite para convertirse en entrenador. Yeclano, Terrasa y Peña Deportiva fueron los equipos que disfrutaron de los últimos coletazos del delantero. A los 30 años decidió colgar las botas para coger la pizarra. Y desde entonces no ha conocido el sabor amargo: siempre ha logrado los objetivos que se ha marcado. “Entrenar es más difícil que jugar -afirma-. Los jugadores son muy egoístas y el entrenador debe pensar en el equipo”. En este sentido, señala que “la gestión del grupo es lo más complicado” y asegura que él “se desgasta demasiado”. Hasta tal punto es el desgaste que en estos días se cuida una faringitis, pero recalca que es necesario que el entrenador transmita su personalidad al equipo.

No obstante admite que siempre existe una pizca de suerte, si bien destaca que en todo lo que hace hay mucho trabajo tras las bambalinas. “Yo vivo por y para el fútbol”, explica el entrenador que no oculta su ambición de cara a los playoff de ascenso a Segunda B y avisa que está “cansado de entrenar en Tercera División”. Así señala que después de hacer excelentes temporadas con el San Rafael y la Peña Deportiva en la Tercera Balear, el cuerpo le pide “algo más”. Veremos si esta vez, a la Tercera va, finalmente, la vencida.

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