En una temporada en la que parecía que todo estaba perdido, el Sant Jordi ha vuelto a sacar la casta de equipo de trinchera que nunca baja los brazos. Y lo ha hecho en el momento más caliente, en el derbi ibicenco, en campo ajeno, y con el cuchillo entre los dientes. Porque ganar en Sant Antoni no es cualquier cosa, y menos cuando cada punto es oro líquido. Pero el conjunto verdinegro tiró de orgullo, se puso el mono de faena y acabó rascando un triunfo de los que valen más que tres puntos. Gol de Nacho Rosillo en el 41, puerta a cero y el marcador que no se movió más: 0-1, resultado corto, sí, pero que suena a cañonazo en el vestuario visitante. El Sant Jordi sigue con vida.
La victoria sabe a gloria bendita para los de Carlos Tomás, que se colocan con 30 puntos, a solo cuatro del Mercadal, el equipo que ahora mismo marca la línea roja de la salvación. Quedan nueve puntos en juego y, aunque la empresa sigue siendo complicada, el panorama ha cambiado. De estar con pie y medio en Preferente a permitirse soñar. El calendario tampoco es una autopista, pero mientras haya vida, hay guerra: Binissalem en casa, visita a Porreres y cierre de infarto en el Kiko Serra ante el Constància. Tres partidos, tres finales, y un vestuario que ha recuperado el alma justo cuando más lo necesitaba.
Este Sant Jordi tiene algo. Algo que no se mide en estadísticas, ni se ve en la tabla. Tiene espíritu de superviviente. Y si el fútbol premia a los valientes, ojo con estos chavales.
En la otra cara del derbi, el Portmany salió tocado de un partido que sabía que no iba a ser fácil. Suma 36 puntos, una renta que le permite seguir mirando la zona caliente con cierto margen, pero sin despistes. Quedan nueve por disputarse y el descenso está a seis, por lo que no hay lugar para relajaciones. La derrota, además de dolorosa por ser en casa y en un derbi, dejó una sensación preocupante: faltó chispa en los momentos clave, justo cuando más hacía falta apretar los dientes.
El calendario aprieta y no regala nada: visita al Migjorn, luego recibe a un Manacor siempre competitivo, y cierra el curso en campo del Llosetense. No hay necesidad de encender las alarmas, pero tampoco de confiarse. El Portmany tiene el objetivo al alcance, pero sabe que toca rematar la faena.
La jornada ha dejado claro que el drama no se ha acabado en la Tercera RFEF balear. El Sant Jordi ha encendido la chispa de la esperanza con una victoria de las que hacen grupo, de las que remueven el vestuario, de las que alimentan la fe. El objetivo aún queda cuesta arriba, pero ya no suena a imposible. El Portmany, mientras tanto, no puede permitirse más despistes. El margen existe, pero el fútbol no perdona la relajación. Quedan tres jornadas. Tres asaltos. Y aquí, el que parpadea, pierde.
Pelear, sufrir, jugar, respirar, ADN Verdinegro.
Gracias Paco y Fútbol Pitiuso por tu compromiso y apoyo al fútbol local.
El de aquí.
Amunt sant Jordi ⚽️
Amunt Fútbol Pitiuso ⚽️