El Formentera suma y sigue. El conjunto de Luis Elcacho ha conseguido este mediodía su tercera victoria consecutiva tras doblegar al Ferriolense gracias a un solitario gol, olímpico, de José Carlos Moreno en el minuto 11. Después, todo fue coser y cantar, ya que el equipo mallorquín se quedó con dos jugadores menos tras las expulsiones de Miguel Ángel y Mariano, que vieron cartulina roja en los minutos 15 y 18, respectivamente. El cuadro formenterense sigue demostrando que no lidera la clasificación por casualidad.
@V. R. Mal partido pero buen resultado del Formentera, que con la victoria conseguida esta mañana por un pírrico uno a cero en casa ante el Ferriolense se menatiene en la cima de la clasificación con tres triunfos en otros tantos encuentros. El equipo formenterense fue de más a menos en un partido que se le puso de cara a las primeras de cambios gracias a un gol olímpico de José Carlos Moreno a la salida de un córner. Habían pasado 11 minutos nada más del comienzo del choque y los locales ya mandaban en el marcador y en intención. Además, solo cuatro minutos después del tanto el camino se le puso un poco más de cara y despejado cuando el árbitro expulsó a Nené por una clara agresión sobre Carlos Larra. Dos minutos más tarde se produjo otra expulsión, de nuevo de un jugador del Ferriolense, Mariano, que tuvo que enfilar el camino de los vestuarios de forma prematura por insultar al colegiado.
Todo soplaba a favor del Formentera y daba la impresión de que el partido había quedado visto para sentencia con 73 minutos de juego aún por delante y con 11 contra 9 sobre el césped. Pero nada más lejos de la realidad. El Ferriolense es un equipo ordenado y disciplinado hasta la exageración en la disposición táctica de sus futbolistas. Cerró filas y sin renunciar a su estilo de toque y salida del balón aseada resistió estoicamente el empuje de los locales, que se atascaban en los metros finales como si un muro invisible repeliera todos los pases en profundidad y centros al área que nacían desde la medular.
Antes del descanso, en el minuto 35, el entrenador del Formentera, Luis Elcacho, movió ficha. Sentó a Diego Romero y dio entrada a Titi para aprovechar los espacios que en teoría debían quedar libres en ataque, pero el equipo no mejoró ni creó más peligro que antes de la sustitución. El Ferriolense dio gracias de llegar al intermedio con solo un gol en contra en el marcador. Realizó varios cambios en el esquema inicial y regresó al encuentro dispuesto a multiplicarse en el campo para atenuar la ausencia de dos futbolistas sobre el campo. El nuevo planteamiento de los mallorquines surtió efecto dada la falta de claridad de ideas de los locales, que con la batuta del partido a su antojo no fueron capaces de redondear la faena.
Llegaba el Formentera al área rival por ambas bandas, aunque cuando debía de romper la cintura se eclipsaba una y otra vez y los jugadores elegían la opción más complicada o equivocada para plantarse con ventaja delante del guardameta visitante, que resolvió de forma acertada las dos únicas claras ocasiones de marcar que tuvo el equipo de Elcacho en el segundo tiempo. Primero un disparo ajustado de Winde al palo derecho que desvió a córner en el minuto 67 y después un libre directo botado por Pepe Bernal que atajó en otra meritoria intervención. Fueron las únicas que cogieron puerta, porque otra de Maikel con todo a favor para marcar se marchó desviada por la línea de fondo.
Con el paso de los minutos parecía que el Ferriolense se iba encontrando mejor sobre el terreno de juego. Y cuando vio que no tenía nada que perder y mucho que ganar estiró líneas para ir a por el gol de la igualada. Es el mallorquín un equipo correoso y con futbolistas de calidad técnica y con estas virtudes y aún jugando con dos efectivos menos puso en aprietos al Formentera en los minutos finales. La seriedad bajo palos de Contreras y la eficacia en el despeje de la defensa evitó males mayores.
La falta de sintonía de los futbolistas del centro del campo del Formentera unida a la poca precisión de los puntas abocó a los locales al sufrimiento en el tramo final de un partido en el que lo más lógico hubiera sido que golearan dada la importante ventaja numérica con la que contaron desde la primera parte, en la que jugaron mejor once contra once que cuando se quedaron 11 contra 9. Paradojas del fútbol que se pueden explicar, tal vez, en un exceso de confianza o relajación que a punto estuvo de costarles los dos primeros puntos, como poco.