Durante muchas semanas, la Penya Independent había conducido con firmeza el tren del ascenso. Pisando fuerte, con un fútbol valiente y un grupo que había sabido creer en su sueño. Pero ese tren parece haberse detenido bruscamente en una estación llamada Sa Pobla, donde el Poblense, líder de la categoría, firmó una victoria por 2-1 que, más allá del marcador, dejó a los de Sant Miquel tocados anímicamente y alejados de la cima.
A falta de cuatro jornadas y con seis puntos de distancia respecto al líder, la empresa de lograr el ascenso directo a Segunda RFEF se torna poco menos que utópica para un equipo que, hasta hace poco, marcaba el ritmo del grupo. El golpe no ha sido solo clasificatorio, también emocional. En el Municipal de Sa Pobla se vivió un duelo tenso, eléctrico y con un desenlace cargado de tensión que acabó con tres expulsados por parte de la Penya: el técnico Ramiro González vio la roja directa en el minuto 67 y, ya en los compases finales, también fueron expulsados los jugadores Sisamón y Mubarak.
El encuentro comenzó con ritmo frenético. Marco Alarcón puso en ventaja al Poblense en el minuto 11, aprovechando una acción de desequilibrio en campo rival. La reacción de los ibicencos fue inmediata: Dani Reales emparejó el marcador apenas siete minutos después, dando esperanzas a una Penya que, por momentos, supo aguantar el empuje local. Sin embargo, el gol de Aitor Pons en el 55 terminó por inclinar la balanza y sentenció a un equipo que, pese al esfuerzo, no logró revertir su reciente tendencia a la baja.
El líder suma ya 60 puntos y demuestra, semana tras semana, un aplomo competitivo que contrasta con la curva descendente de la Penya, ahora cuarta con 54 puntos. En otro contexto, soñar con el liderato podría parecer legítimo, pero la solidez del Poblense y el propio desgaste emocional del equipo de Ramiro González hacen que el ascenso directo se vea como un objetivo difuminado.
No fue una derrota cualquiera. La reacción del entrenador en redes sociales tras el encuentro habla del estado emocional de un vestuario que siente haber dado más de lo que ha recibido. Su mensaje, crudo y visceral, reflejó no solo la decepción por el resultado, sino una sensación más profunda de impotencia ante lo que él percibe como injusticias estructurales, dentro y fuera del deporte.
Pese al varapalo, no todo está perdido. La lucha por el playoff sigue viva y la Penya aún puede soñar con un ascenso que, si no llega por la vía directa, podría conquistarse en el campo de las eliminatorias. El próximo domingo, el fútbol ibicenco vivirá una jornada especial con el derbi frente al Formentera, un choque de máxima rivalidad en el que la Penya buscará redimirse ante su gente y demostrar que todavía tiene fuego competitivo.
Quedan cuatro jornadas, y aunque el tren del ascenso directo se aleje en el horizonte, la Penya aún puede reengancharse a otro vagón: el del orgullo, la resiliencia y el fútbol que todavía tiene mucho que decir. Ficha Técnica