Ibiza, ante el vértigo de la verdad: Paco Jémez afila el plan para un duelo que lo cambia todo

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La UD Ibiza se asoma al abismo de las certezas en una jornada donde los puntos pesan más que nunca. En el horizonte, Marbella. No como destino de sol y playa, sino como escenario de una final adelantada en la que el equipo de Paco Jémez se juega mucho más que tres puntos. En el cuarto puesto de la tabla con 49 unidades, los celestes llegan al envite con la obligación de ganar, tanto por ambición como por necesidad, conscientes de que otro tropiezo podría deshilachar definitivamente el hilo que aún los conecta con el liderato.

Paco Jémez no esconde que el duelo es trascendental. Lo califica de crucial, y no es para menos. El Ibiza no gana desde hace cuatro jornadas y solo ha sumado dos puntos en ese tramo. El margen de error es ahora un lujo que no pueden permitirse, sobre todo en un fin de semana donde el calendario les ofrece una oportunidad de oro: el enfrentamiento directo entre Real Murcia y Ceuta, dos rivales directos en la zona noble.

El estado anímico del equipo es un tema central. Después de encadenar siete victorias consecutivas, el pinchazo inesperado en Algeciras y el doloroso traspié ante el colista Intercity abrieron una herida que aún supura. Sin embargo, el técnico descarta que la plantilla haya perdido fe en su fútbol. Lo que ha fallado, sostiene, es el acierto. Los datos lo respaldan: solo dos goles en los últimos cuatro partidos y tres de ellos acabaron con el casillero ofensivo en blanco. La producción ofensiva, que en su mejor momento era coral —con goles desde todas las líneas—, se ha secado en el peor momento posible.

La baja de Davo, en un momento dulce antes de su lesión, ha agitado las aguas, pero Jémez no está dispuesto a aceptar la dependencia. El mensaje es claro: hay talento suficiente en la plantilla para repartir la carga goleadora. Y aunque el once inicial aún no está cerrado, se avecinan cambios. La falta de resultados podría abrir la puerta a jugadores como Gori y Del Olmo, que dejaron buenas sensaciones ante el Real Madrid Castilla. Más movilidad, más chispa, más hambre.

Pero si hay un nombre propio que ilusiona, ese es el de Jesús Álvarez. El mediocentro regresa tras una semana completa de entrenamientos y su presencia podría devolver el equilibrio perdido. No es solo un jugador con talento; es el metrónomo del equipo. Jémez lo define como el futbolista que mejor interpreta el ritmo de partido, capaz de acelerar o frenar con inteligencia quirúrgica. Su vuelta al once no es un detalle menor: puede ser el punto de inflexión que Ibiza necesita para reactivar su juego.

El rival, el Marbella, llega herido en su orgullo y en una situación delicada —decimoséptimo en la clasificación—, pero no por ello menos peligroso. El equipo andaluz ha conseguido dos buenos resultados fuera de casa y cuenta con jugadores técnicos que saben cómo hacer daño cuando se les permite tocar. Jémez lo advierte: si el Ibiza no se impone con balón, sufrirá.

En ese contexto, el encuentro se presenta como una batalla táctica y emocional. La UD Ibiza tiene las herramientas, la experiencia y la plantilla para sobreponerse al bache. Pero el fútbol, como tantas veces, exige algo más: ese punto de fe, de rebeldía, de precisión en los metros finales. El margen se estrecha y los rivales aprietan. Quedan menos partidos y las cuentas se hacen solas: el que no gana, se descuelga.

Marbella no es solo una parada más en el camino. Es la frontera entre el seguir soñando y resignarse a mirar por el retrovisor. El Ibiza está ante su gran prueba. Y, como toda prueba decisiva, solo admite un resultado.

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