Hay partidos que se disfrutan como una bandeja limpia tras un crossover de escándalo. De esos que te obligan a levantarte del asiento, levantar las manos y mirar a tu colega con cara de “¿has visto eso?”. Pues eso fue lo que ocurrió en Sa Pedrera: un festival de triple, showtime a raudales y una grada rendida ante un tipo que decidió ponerse el traje de superestrella. El Class Bàsquet Sant Antoni destrozó al Ibersol Tarragona con un sonoro 121-71, pero si este marcador pasa a la historia no es solo por el +50. Es porque hubo un MVP que se salió del guion para escribir su propio libreto: Jan Zidek, el checo que enchufó diez triples como si estuviera jugando en su patio trasero.
Desde el primer salto, se notó que los de David Barrio iban en modo apisonadora. El parcial inicial fue un clínic de ejecución ofensiva: ritmo alto, acierto quirúrgico y una defensa que convertía cada ataque rival en una odisea. De la Rúa abrió la veda con un triple, Arqués se apuntó con una tabla elegante y Gantt confirmó que la línea de tres era zona de confort. En tres minutos, el Sant Antoni ya ganaba 12-0 y a los tarraconenses solo les quedaba rezar para que el temporal no se convirtiera en huracán. Pero claro, se convirtió.
Los visitantes, ya descendidos, eran el sparring perfecto para una plantilla que no entiende de treguas. El primer cuarto acabó con +19, el segundo con +27 y al descanso ya flotaba en el ambiente una pregunta inevitable: ¿hasta dónde va a llegar esto?
La respuesta llegó en el tercer cuarto, ese terreno de nadie donde algunos equipos se relajan… pero no este. Los portmanyins aceleraron como si estuvieran en la final de la NBA. El objetivo era claro: llegar a los 100. Y ahí apareció Zidek con el lanzallamas. El ala-pívot estaba en trance, metiendo desde el córner, desde frontal, en transición, con step back… daba igual. Cada vez que el balón salía de sus manos, era poesía de tres puntos. Terminó con 10 de 13, una locura que debería ser declarada patrimonio baloncestístico de la jornada.
Sa Pedrera rugía, disfrutaba, celebraba cada triple como si fuera una canasta ganadora. El mate de Taiwo tras asistencia de Llamas fue otro highlight para la videoteca, pero el protagonismo era checo. Cuando se fue al banquillo, con una ovación de esas que te erizan la piel, el marcador ya había pasado la centena.
Y no se quedaron ahí. Porque cuando un equipo está con la flechita para arriba, no hay quien lo pare. Acabaron con 121 puntos, máxima anotación de la temporada, 21 triples anotados y una demostración de que la racha de quince victorias seguidas no es casualidad. Es trabajo, talento y hambre. Mucha hambre.
A este Sant Antoni hay que tomarlo en serio. Va lanzado, juega con alegría, se pasa el balón como si fueran colegas en el playground y encima tiene a un francotirador como Zidek en estado de gracia. Puede que el rival estuviera ya con un pie y medio en EBA, pero lo que se vivió en Sa Pedrera fue mucho más que una paliza: fue una declaración de intenciones. Aquí hay equipo, hay show y hay sueños de ascenso que ya no suenan tan lejanos.
El baloncesto, cuando se juega así, es pura fiesta. Y el Sant Antoni, ahora mismo, tiene la llave del garito.
Class Bàsquet Sant Antoni, 121 (29 + 30 + 28 + 34)
De la Rúa (7), Rodríguez (3), Gantt (18), Arqués (10) y Smith (7). Mayo (12), Taiwo (10), Peris (13), Llorca, Zidek (34) y Llamas (7).
Ibersol Tarragona, 71 (10 + 22 + 17 + 22)
Duch, Pardina (3), Plitzuweit (11), Fernández y Ndour (23). Okeke (2), García Pérez (7), Fernández Linares (5), Cera (6), Trouve (7) y Fernández Masip.