Tiza, carambola y título: Mezquida y Beltrán se coronan reyes del escocés en Eivissa

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En la sala Ilusions Pool de Eivissa no faltaron los tacos bien calibrados, las miradas de concentración afiladas como diamante y los silencios cargados de tensión que solo se rompen con el seco clack de una bola bien embocada. Allí, bajo los focos y sobre tapetes verdes que conocen de sobra los secretos del billar balear, Ángel Mezquida y Óscar Beltrán se hicieron grandes. Muy grandes. Campeones, nada menos, del Campeonato Balear de Parejas Escocesas de Bola-9 tras una final de infarto que acabó 6-5 a su favor.

La dupla ibicenca, afinada como reloj suizo y compenetrada como si compartieran un mismo taco, supo navegar una final que tuvo de todo: entradas limpias, bandejas que parecían imposibles, errores no forzados y giros de guion dignos de Hollywood. Enfrente, nada menos que Felipe González, un habitual de los podios y flamante doble campeón balear individual, acompañado por el siempre batallador Ricardo Rojas. Un choque de trenes en toda regla.

El formato escocés, esa modalidad que obliga a alternar el golpe entre compañeros, no perdona distracciones ni egos: aquí se gana en pareja o no se gana. Y ahí, Mezquida y Beltrán firmaron una partitura sin apenas notas discordantes. Una coreografía medida, donde uno colocaba y el otro remataba con la frialdad de un cirujano. Hubo momentos de magia pura, de esos que arrancan murmullos entre el público y hacen que hasta el rival levante una ceja en señal de respeto.

Pero si la final fue un duelo de alto voltaje, el torneo entero fue una demostración de músculo ibicenco. Las primeras posiciones del campeonato hablaron claro: la isla manda. Completaron el podio Víctor Moreno y Juanjo Cardona, y la pareja mixta de experiencia y garra formada por Joerg Malonnek y Javi Sala. Bronce merecido para ambos dúos, que dejaron claro que aquí nadie regala nada y que en cada partida hay que sudar la camiseta… o al menos la muñeca.

Detrás de los tacos y las bolas numeradas, hubo también una organización impecable. El Club Billar Eivissa, con el respaldo de la Federació Balear de Billar, tejió un evento donde la deportividad brilló casi tanto como el nivel competitivo. Y es que en este mundillo del paño verde, los gestos cuentan tanto como los carambolazos.

Ahora, con el trofeo en sus vitrinas y la satisfacción de haber tocado bola en los momentos clave, Mezquida y Beltrán pueden tomarse un respiro. Aunque ya se sabe: en el billar, como en la vida, la próxima partida siempre está a la vuelta de la esquina. Y más vale llegar con la tiza en la mano y el pulso firme.

Porque en Eivissa, cuando suena la tronera, el que no esté afinado… se queda fuera de juego.

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