¿Has visto un tiburón alguna vez en un campo de fútbol? No, no hablamos de un delantero voraz ni de un mediocentro que muerde balones como si fueran sardinas. Hablamos de un tiburón de verdad… bueno, casi. Hoy, en el Palladium Can Misses, la grada se ha convertido en acuario, y la Penya Pagesa ha vivido uno de esos momentos que quedan para el álbum de cromos emocional del aficionado: ¡un tiburón hinchable se ha plantado en la grada general como si fuera uno más del once titular!
Sí, como lo lees. Aletas arriba, sonrisa desafiante y mirada de killer. El disfraz ha sido el gran fichaje de la jornada, el fichaje estrella… aunque no jugó ni un minuto, revolucionó el ambiente más que un gol en el 90′. Porque en Ibiza, el fútbol se juega en el campo, pero se vibra en la grada. Y cuando la grada se transforma en una fiesta con sabor a mar y balón, el espectáculo está garantizado.
¿Y de dónde sale este escualo tan pintón? Todo empezó con una racha: siete victorias seguidas de la UD Ibiza. Siete bocados consecutivos a los rivales. Y claro, en X (sí, lo que antes era Twitter, pero más moderno y con más gifs de celebraciones), empezaron las bromas: que si la UD era un tiburón, que si devoraba rivales como si fueran boquerones, que si mejor no meterse en su pecera…
La chispa la encendió la cuenta @bizarreroo goncha, que empezó a soltar chistes de tiburones con tanto arte que el propio club se sumó a la corriente. ¿El resultado? Un post épico con un tiburón emergiendo del mar con la camiseta celeste puesta, como diciendo: “Aquí estamos… y venimos a merendar puntos”.
Desde entonces, el emoji del tiburón es religión en el universo celeste. Jugadores, aficionados y hasta los community managers llevan su aletita en el perfil como si fuera un brazalete de capitán. Y este domingo, el fenómeno ha traspasado la pantalla: un aficionado anónimo —aunque ya es leyenda— ha hecho realidad el meme. ¡Tiburón en Can Misses! ¡Y vaya ambientazo!
¿Pero sabéis lo mejor? Que esto va más allá del disfraz. Es identidad, es folklore futbolero, es esa magia que hace que ir al campo sea mucho más que ver un partido. Es pasión envuelta en neopreno, es grada que ruge como mar en día de levante.
Eso sí… esta vez el tiburón no pudo pegar bocado. El Intercity se plantó con escamas y espinas, y se llevó el duelo. ¿Pero acaso se mide el impacto de un tiburón solo por los goles? ¿No es acaso más importante que las gradas hablen, que los niños alucinen, que el fútbol se pinte de color y humor?
La UD Ibiza perdió, sí. Pero ganó algo igual de valioso: el nacimiento de una nueva tradición. Porque cuando las mascotas salen del alma de la grada, cuando el fútbol se mezcla con el ingenio popular, nacen cosas grandes.
¿Será este el inicio de una nueva era en Can Misses? ¿Veremos al tiburón en cada partido? ¿Debería tener nombre oficial? ¿Y por qué no una coreografía a lo Tiburón Style? ¿Estamos ante el nuevo tótem celeste?
El balón rueda, los goles van y vienen, pero el espíritu de la grada… ese no hay quien lo pare.
Y ahora, pregunta obligada: ¿Tú también llevas un tiburón en el corazón celeste?