Hay partidos que no se juegan por los puntos ni por la gloria. Se juegan por puro placer. Por reencontrarse con el balón, por compartir risas entre amigos y por seguir sintiendo la chispa de este deporte que nunca envejece. Así fue la visita de los veteranos del Sant Jordi a Sevilla, donde el pasado sábado se midieron al equipo de veteranos del Real Betis Balompié en la Ciudad Deportiva Rafael Gordillo.
El marcador dijo 2-0 para los locales, pero en realidad nadie se fue pendiente del resultado. El verdadero triunfo fue otro: el ambiente, la deportividad y ese buen rollo que solo el fútbol sabe generar entre quienes lo han vivido desde dentro.
Sobre el césped hubo momentos de calidad, piernas que aún guardan destellos de otras épocas y mucho respeto mutuo. Porque el fútbol veterano tiene algo especial: no se juega con la prisa del cronómetro, sino con la calma de quien ya sabe lo que vale compartir una tarde con compañeros que hablan el mismo idioma futbolero, aunque vengan de diferentes rincones del mapa.
Los de Sant Jordi mostraron carácter, toque y esa ilusión intacta que no entiende de edades. Enfrente, los veteranos béticos ofrecieron hospitalidad, fútbol y ese sabor clásico que siempre se respira en tierras sevillanas. El partido fue una excusa perfecta para reforzar los lazos entre clubes y seguir alimentando una pasión que no se apaga.
Para la Asociación de Veteranos del Sant Jordi, encuentros como este son el alma de su actividad. Son viajes que van más allá del deporte: son historias que se cuentan al volver, recuerdos que se suman a una larga colección de vivencias compartidas.
Desde Ibiza, dan las gracias al Real Betis y a su grupo de veteranos por el trato, la cercanía y la elegancia dentro y fuera del campo. Porque cuando el fútbol se vive así, sin presiones ni focos, es cuando de verdad se disfruta.
Y si algo quedó claro en esta jornada es que los años pueden pasar… pero las ganas de seguir jugando, nunca.