La SD Ibiza sumó un valioso empate (1-1) en su visita al Estadi Municipal d’Olot, en un partido marcado por dos mitades de carácter opuesto. Un punto que, más allá del resultado, refleja la capacidad de reacción de un equipo que no se resigna y sigue peleando por su objetivo de la temporada.
El duelo arrancó con ambos equipos tanteándose, sin un dominador claro y con escasas ocasiones de peligro. Fue el Olot quien dio el primer aviso en el minuto 8, con un remate al segundo palo que Edu Frías atajó sin mayores dificultades. Este ligero sobresalto pareció activar a los de Casañ, que comenzaron a inclinar el juego hacia el flanco izquierdo, donde Nofre, Riquelme y Juan Delgado se erigieron en protagonistas. Sin embargo, la posesión no se tradujo en oportunidades claras.
Cuando el primer acto se encaminaba hacia un empate sin goles, un penalti cometido por la zaga ibicenca en el minuto 42 cambió el guion. Chema Moreno no perdonó desde los once metros, dejando al Ibiza tocado justo antes del descanso. Un golpe anímico del que el conjunto pitiuso supo reponerse con determinación.
La segunda parte fue un monólogo visitante. Casañ no tardó en mover el banquillo, dando entrada a Marquitos por Pochettino, un cambio que resultó decisivo. Marquitos rozó el gol en una acción individual que se marchó por poco, pero su impacto fue más allá de la ocasión fallida. En el minuto 72, firmó una asistencia magistral para que Diego Jiménez igualara el marcador con un certero remate.
Con el empate en el bolsillo, la SD Ibiza no se conformó. Bengoechea, que ingresó al terreno de juego en el minuto 76, estuvo a punto de consumar la remontada con un disparo que se estrelló en el palo tras una gran jugada individual. El último suspiro del partido dejó una sensación agridulce: la satisfacción por el punto rescatado y la frustración por la victoria que rozó con la yema de los dedos.
Este empate fuera de casa refuerza la moral de una SD Ibiza que demostró carácter y capacidad de reacción. Un punto que, si bien sabe a poco por las sensaciones del segundo tiempo, se antoja crucial en la lucha por la salvación. La asignatura pendiente: transformar este espíritu combativo en victorias, especialmente en casa, donde se decidirá buena parte del destino del equipo esta temporada.