Ayer, en el partido de veteranos entre la SD Formentera y el Ibiza, hubo un detalle que, sin necesidad de goles espectaculares ni jugadas de fantasía, logró robarse todas las miradas. No fue obra de un jugador, sino de Isidor Torres, componente de los veteranos de la SD Formentera, quien hizo de árbitro para este partido y llevó en su espalda un mensaje sencillo pero lleno de significado: “Hay menores, cuida el vocabulario, por favor”, acompañado del hashtag #NoViolenciaEnElFutbol.
Este gesto, aunque breve en palabras, dice mucho más de lo que parece. Es un recordatorio directo, sin rodeos, de algo que a veces olvidamos en medio de la pasión del fútbol: el respeto. Y no es casualidad. Forma parte de una campaña de la Federación Balear de Fútbol, que busca erradicar la violencia, tanto física como verbal, de los campos de Ibiza y Formentera.
Porque el fútbol no debería ser solo competir o ganar. Debería ser, sobre todo, un espacio donde los valores importan tanto como los goles. Y eso empieza desde la base, donde niños y niñas aprenden no solo a pasar un balón o marcar un tanto, sino a convivir, a respetar al rival y a gestionar emociones. Sin embargo, a veces las gradas se convierten en el lugar donde se escucha lo que nunca debería escucharse: gritos, insultos, presiones absurdas… Y eso deja huella.
Por eso, ver a Isidor Torres luciendo ese mensaje con tanta naturalidad es más que un simple detalle. Es un gesto valiente que pone el foco donde debe estar: en la necesidad de reflexionar sobre cómo nos comportamos cuando el fútbol nos enciende. Porque el deporte, con toda su pasión, no justifica la falta de respeto. No lo hace en el campo, y mucho menos fuera de él.
La Federación Balear de Fútbol lo tiene claro. No se trata solo de castigar cuando las cosas se desbordan, sino de educar para que eso no pase. De ahí la importancia de estas iniciativas que, con pequeños gestos, envían grandes mensajes. Porque al final, el verdadero partido no se juega solo con un balón. Se juega en la manera en que nos tratamos unos a otros, en la capacidad de disfrutar sin herir, de competir sin agredir.
Quizá no haya trofeos por esto, pero ojalá que cada vez más árbitros, entrenadores, jugadores y aficionados lleven este mensaje grabado en la memoria. Porque en el fútbol, como en la vida, lo que de verdad importa no siempre se ve en el marcador.