Siete jornadas de angustia, de dudas y de resultados adversos se han quedado atrás. El Sant Jordi ha roto la mala dinámica y ha vuelto a sonreír tras imponerse por 1-2 en el campo del Mercadal. Un triunfo que va más allá de los tres puntos y que devuelve al conjunto verdinegro la ilusión por seguir peleando en una categoría donde cada partido es una batalla.
No había margen para la especulación y los de Carlos Tomás lo demostraron desde el primer minuto. Nacho Rosillo apenas tardó unos segundos en abrir el marcador, dejando claro que el Sant Jordi había viajado a Menorca con la determinación de cambiar el rumbo. Sin embargo, el Mercadal no tardó en reaccionar y, con el paso de los minutos, se fue asentando en el partido. La insistencia local tuvo premio a la media hora, cuando Carreras encontró la manera de batir la portería visitante y devolver las tablas al electrónico. Con ese empate se llegó al descanso, dejando el desenlace abierto para una segunda mitad de máxima tensión.
Con el cansancio acumulándose en las piernas y el cronómetro jugando en contra, el empate parecía el desenlace más probable. Pero los grandes partidos siempre reservan espacio para los héroes, y en esta ocasión ese papel le correspondió a Kolie. A falta de apenas cuatro minutos para el final, el futbolista verdinegro aprovechó su oportunidad y desató la euforia en las filas visitantes con un gol que puede marcar un antes y un después en la temporada del Sant Jordi.
Más allá del resultado, esta victoria supone un golpe de moral imprescindible para un equipo que solo había sumado dos puntos de los últimos 21 posibles. Ahora, con el impulso de este triunfo, los verdinegros afrontan con renovada confianza su próximo reto: recibir en el Kiko Serra al Collerense. Un nuevo desafío, pero también una oportunidad dorada para confirmar la reacción y seguir soñando con la permanencia. El Sant Jordi ha vuelto a creer, y esa es la mejor noticia para su afición.