El Portmany puso fin a un 2024 irregular con una derrota en su visita al Manacor (2-1), en un encuentro que dejó al equipo de Vicente Román con más dudas que certezas. A pesar de haber mostrado destellos prometedores a lo largo de la temporada, el equipo pitiuso se marcha al parón navideño ocupando la duodécima posición de la tabla con 21 puntos, una situación que invita a reflexionar de cara al arranque de 2025.
El choque en tierras mallorquinas reflejó las dificultades del Portmany para encontrar regularidad en su juego. La primera mitad estuvo marcada por la paridad, con ambos equipos intentando controlar el medio campo sin asumir grandes riesgos. Sin embargo, el Manacor tomó la iniciativa en la segunda parte y, tras un error defensivo de los visitantes, Alberto abrió el marcador en el minuto 68. El tanto desestabilizó al Portmany, que perdió el orden táctico en busca de la igualada.
Con el reloj como enemigo, los de Román intentaron reaccionar, pero fue el Manacor quien amplió la ventaja gracias a Sergio en el minuto 86, tras una jugada bien hilada que dejó sin opciones a la defensa ibicenca. A pesar del golpe anímico, el Portmany encontró un destello de esperanza en el tramo final, cuando Miguel Ángel Mallén recortó distancias en el 89. Sin embargo, el tanto llegó demasiado tarde para alterar el destino del encuentro.
La derrota en Manacor, sumada a la goleada sufrida días antes frente al Formentera (1-4), refleja la falta de consistencia que ha marcado el cierre de año del conjunto portmanyí. Si bien el equipo ha mostrado momentos de buen fútbol, las desconexiones defensivas y la falta de contundencia en ataque han pesado en exceso en una temporada que aún deja margen para la mejora.
Con el Llosetense como primer rival en 2025, el Portmany tiene ante sí una oportunidad de recomponer su rumbo. Las vacaciones navideñas servirán como un punto de inflexión para recargar energías y ajustar las piezas de un proyecto que aspira a estabilizarse. La afición, siempre fiel, confía en que el próximo año traiga alegrías y una versión más sólida de su equipo.
Aunque 2024 cierra con un sabor agridulce, el Portmany tiene motivos para mirar al futuro con esperanza. El margen de mejora está ahí, y el reto será convertir los aprendizajes en resultados. La segunda vuelta promete ser intensa, y los de Vicente Román saben que cada punto será vital para ganar confianza y mirar hacia arriba en la clasificación.