El Sant Jordi rozó el triunfo en el siempre complicado campo del Binissalem, pero un gol en los minutos finales le arrebató lo que parecía un premio merecido tras un duelo de gran intensidad. Los verdinegros, dirigidos por Carlos Tomás, dejaron en el césped una imagen sólida y competitiva, logrando cortar la mala racha de dos derrotas consecutivas. Aunque los tres puntos se escaparon por un suspiro, el empate final (1-1) deja un regusto positivo y una buena dosis de confianza para lo que queda de temporada.
El partido comenzó con un Sant Jordi bien plantado, demostrando que las lecciones de jornadas anteriores estaban aprendidas. La defensa, liderada con firmeza, se mostró compacta ante los intentos iniciales del Binissalem, que apostó por un juego directo desde el primer minuto. Fue, sin embargo, el conjunto salinero quien golpeó primero. En el minuto 29, Toni Riera aprovechó un error defensivo local para enviar el balón al fondo de la red con una definición precisa. El tanto desató la euforia entre los jugadores y el pequeño grupo de seguidores desplazados, que soñaban con un triunfo revitalizador.
El Binissalem no tardó en responder, empujado por su público y su necesidad de puntuar, pero el Sant Jordi resistió. Los hombres de Carlos Tomás supieron gestionar los tiempos del partido, bajando el ritmo cuando era necesario y buscando la velocidad al contragolpe. Sin embargo, a medida que avanzaba la segunda parte, el desgaste físico empezó a pasar factura, y los locales intensificaron sus ataques.
El golpe llegó en el minuto 85. Una jugada bien ejecutada por el Binissalem, encontró a Murillo, que con un certero remate firmó el empate. Fue un mazazo para el Sant Jordi, que había defendido su ventaja con uñas y dientes, pero el equipo supo mantener la compostura para cerrar el encuentro sin más sobresaltos.
Con este resultado, el Sant Jordi suma un punto que, aunque no le permite salir de los puestos de descenso, sí sirve para frenar la dinámica negativa y renovar los ánimos de cara al último partido del año. El próximo domingo, el equipo se enfrentará al Porreres en el Kiko Serra, un duelo que promete emociones y donde el conjunto verdinegro buscará despedir 2024 con una victoria que refuerce su lucha por la permanencia.
En un año marcado por altibajos y emociones fuertes, el Sant Jordi, que recientemente celebró su 75 aniversario, sigue demostrando que su historia y su escudo representan más que fútbol: son la pasión y el esfuerzo de una comunidad que no se rinde. La salvación aún está al alcance, y con partidos como el de Binissalem, el equipo de Carlos Tomás ha dejado claro que tiene con qué pelear hasta el final.