En una tarde que prometía emociones contenidas, el Sant Jordi consiguió finalmente el ansiado respiro que tanto necesitaba, llevándose tres puntos de oro tras una victoria por 0-1 ante el Campos. Con este triunfo, el equipo dirigido por Carlos Tomás logra quitarse el peso de una racha de siete derrotas consecutivas, acumuladas en un arranque de temporada que había dejado a los verdinegros en el último puesto de la clasificación. Sin embargo, en esta octava jornada, los ánimos renacieron y los jugadores respondieron con un despliegue que no solo sumó en el marcador, sino también en confianza.
Fue Nicholas Rozo quien, en el minuto 14, anotó el único gol del partido. Un gol temprano, sí, pero tan crucial que transformó el desarrollo del encuentro y renovó la motivación de un equipo que había sido golpeado repetidamente por la adversidad. El gol de Rozo encendió la chispa de un Sant Jordi que, de inmediato, adoptó una estrategia sólida en defensa, consciente de que cada minuto que pasaba representaba un paso más hacia la ansiada victoria.
La defensa verdinegra, siempre puesta a prueba en los minutos finales de los partidos, respondió con una cohesión notable, liderada por la firmeza táctica que Carlos Tomás ha tratado de inculcar a lo largo de la temporada. A medida que avanzaban los minutos, el equipo, lejos de ceder a la presión, reforzaba su postura, cuidando cada balón y defendiendo con la intensidad de quien sabe lo que está en juego.
El partido también fue escenario de debut para los recientes fichajes del Sant Jordi, De Dalmases y Néstor Rojo, quienes aportaron frescura cuando saltaron al verde en el segundo tiempo. Aunque la situación se complicó con la expulsión de De Dalmases en el minuto 80 por una doble amonestación, el equipo no retrocedió en su empeño. Esta inferioridad numérica durante los minutos finales fue, sin duda, una prueba para los verdinegros, que, en lugar de desmoronarse, asumieron el desafío y jugaron con más garra, si cabe.
A medida que el pitido final anunciaba la conclusión del partido, el júbilo se apoderó de la expedición verdinegra, una celebración contenida pero significativa, que reflejaba el esfuerzo y la fe intacta de un grupo que, pese a los golpes recibidos, no ha dejado de creer en su trabajo. Este triunfo representa una oportunidad para el Sant Jordi de cambiar el rumbo, abandonando temporalmente el último puesto de la tabla y mirando con renovado optimismo hacia el futuro.
La próxima jornada, el equipo regresa a casa para recibir al Santanyí en el Kiko Serra, con el objetivo de encadenar una nueva victoria y ofrecerle a su afición un motivo de celebración. Los seguidores verdinegros, que han estado al lado del equipo a pesar de las derrotas, tendrán ahora la oportunidad de ver a sus futbolistas con la moral alta y la mirada puesta en un objetivo claro: dejar atrás definitivamente los fantasmas del pasado y construir una temporada que, aunque complicada, aún tiene mucho por ofrecer.