El fútbol, con sus emociones impredecibles, ha vuelto a mostrar su lado más incierto en el duelo entre Portmany y Constància. En una jornada marcada por la búsqueda de redención, los de Vicente Román consiguieron finalmente romper la racha de derrotas con un empate a un gol, pero el resultado deja un sabor agridulce en Sant Antoni.
El encuentro comenzó con intensidad en el Municipal de Sant Antoni, con un Portmany decidido a dejar atrás los malos resultados que lo han acompañado desde el inicio de la temporada. Después de dos derrotas consecutivas, los locales salieron al campo con determinación, sabiendo que sumar puntos era crucial para no hundirse en el arranque de la competición.
La recompensa a ese esfuerzo llegó al minuto 25, cuando Ramos aprovechó una excelente jugada colectiva para poner el 1-0 en el marcador. El gol desató la euforia entre los aficionados, que sentían que este podía ser el momento del resurgimiento del equipo. El Portmany dominaba el ritmo del juego, imponiendo su estilo y manteniendo a raya al Constància, que parecía desbordado por momentos.
Sin embargo, en el fútbol, las dinámicas cambian con una rapidez asombrosa, y eso fue lo que ocurrió al minuto 39. Un descuido en la defensa local permitió a Agustín, del Constància, igualar el marcador, lanzando un balde de agua fría sobre la afición. El empate golpeó el ánimo del equipo ibicenco, que se encontró de nuevo luchando contra su peor enemigo: la inseguridad generada por sus propios errores.
A pesar del gol encajado, el Portmany no bajó los brazos. Durante la segunda mitad, el equipo dirigido por Román intentó retomar el control y buscar el tanto que les devolviera la ventaja. Pero el fútbol es un deporte cruel en ocasiones, y por más intentos que realizaron, la suerte no estuvo de su lado en el último tramo del encuentro. Los balones no encontraban portería, y el tiempo jugaba en contra.
Mientras el cronómetro avanzaba, el partido se fue llenando de tensión. Ambos equipos querían evitar otra derrota, y eso se reflejaba en la intensidad de cada jugada, en cada balón disputado. Pero, al final, ninguno de los dos pudo encontrar ese gol que desequilibrara la balanza, y el 1-1 se mantuvo hasta el pitido final.
Este empate, aunque le permite al Portmany sumar su primer punto de la temporada, deja un regusto amargo. El equipo de Sant Antoni mostró carácter y buen juego en tramos del partido, pero la falta de puntería les impidió conseguir una victoria que hubiera sido fundamental para elevar la moral del grupo.
Ahora, el Portmany tiene la mirada puesta en la próxima jornada, donde buscará su primer triunfo en su visita a Mallorca para enfrentarse al Platges de Calvià. Será una prueba de fuego para un equipo que, aunque ha logrado frenar la caída, sigue necesitando ese empujón que lo coloque en la senda del éxito.
La temporada apenas ha comenzado, pero el Portmany ya ha demostrado que no va a rendirse sin luchar. Sin embargo, el fútbol exige más que esfuerzo; también requiere precisión y, sobre todo, constancia. El próximo partido será crucial para medir hasta dónde puede llegar este equipo que busca, jornada a jornada, recuperar la confianza perdida.