En un encuentro que se prometía más caliente que la misma Mallorca en agosto, la UD Ibiza se anotó un triunfo de esos que no solo suman tres puntos, sino que también inyectan ánimos y pintan sonrisas en las caras de sus seguidores. Con un golazo de Álex Gallar, el equipo celeste se llevó el derbi balear frente al Atlético Baleares por la mínima diferencia (0-1), en un duelo donde la estrategia y el corazón jugaron en el mismo equipo.
Desde el arranque, el partido se presentaba como un duelo de titanes con diferentes urgencias: el Ibiza, buscando encadenar victorias y escalar posiciones; el Baleares, con la necesidad de demostrar que en casa se manda. Sin embargo, fue el conjunto unionista quien dominó el balón, haciendo circular el esférico de lado a lado, buscando el hueco perfecto para desequilibrar la balanza.
Los primeros 45 minutos fueron un constante ir y venir, con ambos equipos lanzando esporádicas amenazas, pero sin concretar. Los celestes, vestidos hoy de riguroso negro, mostraron un juego elaborado, aunque sin lograr romper el cerrojo defensivo impuesto por los hombres de Jaume Mut.
Ya en la segunda mitad, el calor no menguó el ímpetu ibicenco. El partido cobró vida tras el descanso con Gallar iniciando una jugada maestra. Tras una presión asfixiante de Unai Medina, que corrió como si el último ferry a la península estuviera en juego, Gallar recibió libre de marca. Control, amague y un disparo cruzado después, el balón besaba la red mientras los más de 200 aficionados celestes desplazados hasta Mallorca estallaban en júbilo.
Con el gol, el Ibiza no solo se adelantó en el marcador, sino que también ganó en confianza, empezando a jugar con esa soltura que solo da saberse superior. Aunque el Baleares intentó reaccionar, la solidez defensiva celeste y algunas intervenciones claves mantuvieron la ventaja hasta el final.
Con esta victoria, el plantel de Romo no solo se llevó el derbi, sino también un impulso moral importante de cara a su próximo enfrentamiento contra el Atlético de Madrid B. Un triunfo no solo celeste por el color, sino también por el cielo despejado que parece augurarse en el horizonte del equipo. ¡Qué siga la fiesta en Ibiza!