Víctor M. Victoria Mientras el mundo del patinaje artístico aplaude con asombro el cuádruple salto de la rusa Kamila Valieva en los recientes Juegos Olímpicos de Invierno de Tokio, y se pregunta si alguna vez un patinador artístico será capaz de aterrizar después de dar cinco giros en el aire, en Formentera crecen los primeros brotes verdes de esta espectacular modalidad deportiva.
Algunas patinadoras del Club de Patinatge Artístic de Formentera, entidad que se formó en el año 2014 y que ha echado raíces en la pequeña de las Islas Pitiusas, encaran estos meses la recta final de su formación patinadora, que les permitirá en caso de éxito competir en campeonatos autonómicos con otras deportistas de Baleares. Un logro difícilmente imaginable hace tan solo unos años.
La principal responsable de este avance se llama Cristina López Sánchez, fundadora y entrenadora del club hace ocho años, y que decidió expandir su amor por el patinaje artístico cuando aterrizó en la isla hace una década. Desde entonces, esta disciplina deportiva ha experimentado un notable e incesante aumento, hasta el punto de divisar en el horizonte cambios necesarios para no frenar su progresión deportiva.
El club cuenta en la actualidad con unos 70 deportistas, entre ellos dos chicos, que se agrupan en tres niveles diferentes, iniciación, intermedio y avanzado, éste último el escalafón previo a poder competir en campeonatos autonómicos y nacionales. Las jóvenes deportistas ejercitan sus sesiones semanales, de dos a seis horas en función de su capacidad, en el polideportivo que se ubica junto al instituto Marc Ferrer.
¿Qué beneficios aporta para el cuerpo humano la práctica del patinaje? Según la entrenadora del club formenterer, se trata de una disciplina “muy completa, tanto desde el punto de vista físico como mental. Se trabaja la fuerza, la flexibilidad, la velocidad, el equilibrio o la coordinación, además de otros aspectos más mentales como la concentración”. Son múltiples pues los beneficios que para la salud aporta este deporte.
De hecho, las sesiones de las patinadoras de nivel más avanzado, de seis horas semanales, reservan una parte del trabajo a la condición física, tanto la fuerza como la flexibilidad, según la propia Cristina López, si bien la mayor parte del trabajo va dedicado al perfeccionamiento de los elementos técnicos, necesarios para superar las cuatro pruebas de nivel que exige la Federación Balear para competir en campeonatos territoriales.
“Creo que el club -asegura la fundadora- está en continuo crecimiento desde su fundación y estamos contentos por ello. Hay aceptación por este deporte en la isla y cada año hay más jóvenes interesadas, y además los padres también siguen con interés el trabajo de sus hijos”. El festival de coreografías de este domingo 29 de mayo, con un pabellón abarrotado de público, es una buena muestra de la salud del patinaje en la isla.
Sin embargo, hay hándicaps que resolver. ¿El principal? La pista donde el club realiza sus entrenamientos, que no reúne las condiciones más idóneas para la práctica del patinaje artístico. “Nuestras patinadoras tienen que hacer elementos técnicos que con esta pista no pueden hacer. Además, traer un campeonato de Baleares a Formentera sería imposible con esta superficie”, reclama la entrenadora, quien propone soluciones como el terrazo o el parqué para solventar esta problemática.
“De hecho -agrega la técnica- el presidente de la Federación Balear nos felicitó por la velocidad que alcanzan las niñas en esta pista durante las primeras pruebas de nivel que se hicieron en la isla cuando vivimos la pandemia. Las niñas se lo curran mucho porque tienen que hacer mucha más fuerza para algunas piruetas debido al agarre de la pista”.
Esta sabadellense, afincada en la isla desde hace una década, destaca también la evolución que el patinaje artístico vive en los últimos tiempos. “Cuando yo patinaba años atrás se intentaba el triple salto, y ahora ya se piensa en el quíntuple. Este deporte ha evolucionado mucho, y el nivel y la afición que existe en España, especialmente en Cataluña, es muy grande”.
Sin embargo, y al igual que le ocurre por desgracia a tantas otras disciplinas deportivas, vivir del patinaje es muy complicado. “Es un deporte que no está remunerado y es caro, en niveles de élite te toca viajar por diferentes países bajo tu coste, y los patines y ahora los vestuarios también valen lo suyo. A los 20 años, y tras muchísimas horas de entrenamiento, porque es un deporte exigente, se hace muy difícil continuar”, asevera Cristina.
Sea como fuere, el patinaje artístico lleva cimentando en la juventud formenterera una serie de cualidades, tanto físicas como artísticas, que empiezan a dar sus frutos. Algunas deportistas se encuentran muy cerca de pasar la prueba de cuarto nivel, que incluyen las piruetas más complicadas, por lo que la esperada presencia de una deportista de la isla en un campeonato autonómico o incluso nacional está hoy más cerca que nunca.