5-2. Roscón de Reyes

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Pablo Sierra del Sol El Ibiza está empeñado en llevar al fútbol de la isla cada vez más lejos. Es una expedición antártica que cada día se acerca un poco más al Polo Sur, dejando días para el recuerdo. En unos se llora inexplicablemente -como contra el Cornellà en Málaga- y en otros se goza rompiendo la lógica. Como esta tarde de Reyes en la que el equipo de Juan Carlos Carcedo le ha regalado cinco goles a su afición contra el Celta de Vigo en los treintadosavos de Copa del Rey.

El Ibiza salió con hambre acumulada, como si la Navidad hubiera sido un largo ayuno en vez de un tiempo de banquetes y celebraciones. En los primeros diez minutos los celestes habían llegado dos veces con peligro y, al undécimo, convirtieron en gol la sensación que rondaba el estadio. Grima puso un centro medido a la cabeza de Sergio Castel. El ariete, que ya había sentenciado al Compostela en primera ronda, no tuvo piedad del segundo equipo gallego que visita Can Misses en esta Copa del Rey. El cabezazo de Castel levantó a los mil quinientos aficionados ibicencos. Eliminar al Celta había pasado de ilusión a posibilidad real.

La defensa viguesa estaba perdida desde el arranque. La línea de tres centrales temblaba cada vez que el Ibiza, muy vertical, se acercaba al área visitante. Normalmente lo hacían los celestes por la banda derecha, donde el doble lateral formado por Fran Grima y Kike López multiplican por dos el rendimiento ofensivo. Los zagueros del Celta tampoco eran capaces de sacar la pelota limpia. La presión de Grima, López y Javi Pérez obligó al equipo de Coudet a regalar un córner, poco antes de que llegara el 2-0. En el segundo tanto, Castel, con frialdad exquisita, hizo lo que quiso con la defensa del Celta y batió a Iván Villar con una suave definición. Fue el anticipo del delirio: dos minutos después, en otra rápida transición defensa-ataque, Javi Pérez apareció en zona de remate y mandó el balón al otro lado de la línea de gol con un disparo potente. Puro ‘show time’ para achicar el campo como lo hacían con el Forum de Los Ángeles los Lakers de Magic Johnson cada vez que se marcaban un ‘coast to coast’.

El resumen no ofrecía dudas. Tres tantos espléndidos en menos de treinta minutos. Si la mejor noche del año para soñar es la del 5 de enero, el Ibiza no quería desaprovechar ni un segundo. Los titulares del Ibiza demostraban ser mejores que los suplentes de un equipo clásico de Primera División y Can Misses era una fiesta adaptada a los cánones impuestos por el covid (la nueva normalidad, en jerga gubernamental): hinchas celestes separados por un asiento vacío levantando los puños frente a la mascarilla que les tapaba la boca.

Con semejante resultado, el horizonte del Celta se presentaba más incierto que la lucha contra la pandemia. Alrededor de Coudet, futbolistas como Santi Mina o Denis Suárez. Nombres que infunden respeto, pero que en el banquillo lucían como petardos por desempacar. Con la pirotecnia del once titular, los celtistas no derrumbaban el muro ibicenco. En la mejor oportunidad de la primera parte para los gallegos, Kike López (cortando un centro peligroso de Carreira) y Germán (enviando a córner en dos tiempos un remate de cabeza de Lautaro) mantuvieron firme al Ibiza.

Al Celta -recompuesto el dibujo para nutrir un centro del campo desmigajado durante el primer tiempo- no le quedó más remedio que tirar el orgullo después del descanso. Más obligados que convencidos, los visitantes buscaron la portería de Germán. Arañazos de gato sobre una piel de cocodrilo. El Ibiza, agazapado bajo las aguas, mordió en cuanto pudo. Iván Villar detuvo con muchos problemas una contra culminada por Davo. El asturiano era un diablillo que entraba por cualquier zona del ataque. En la siguiente que tuvo filtró un pase a Kike López que acabó en penalti porque la caída del ’22’ pudo ser fuera del área. Manu Molina redondeó la goleada cuando comenzaba el carrusel de cambios.

Pero todavía quedaba lo mejor. Denis Suárez y Santi Mina fabricaron el 4-1 cuando quedaban doce para el final. Parecía una anécdota, pero no lo fue. El desenlace no estaba decidido. Los nervios fueron in crescendo cuando Aidoo envió un remate al palo y rozó la segunda diana para los gallegos, o cuando Jordan Holsgrove la logró en el minuto 87, o cuando Ekain falló el quinto justo después. Los corazones infartaron al señalar Martínez Munuera un penalti al filo del descuento. Santi Mina cogió la bola, la plantó en el verde y su disparo se encontró con Germán. Si al portero ilicitano le han metido cuatro goles esta campaña no es casualidad. La parada del penalti se celebró más que los cuatro goles que la antecedieron, y tanto como el que la sucedió, convertido, en dos tiempos, por Rodado. El primer equipo de Primera que cae en Copa del Rey lo hace en Can Misses y el conjunto celeste que estará en el bombo de los dieciseisavos de final será la Unión Deportiva Ibiza. Un 5-2 para el recuerdo tiene la culpa. Foto: Paco Natera

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