Raúl Medrano “Es el momento de trazar mi camino. Soy consciente de que no es lo mismo ser segundo que llevar un grupo. La clave para que un equipo tenga éxito es que cada uno de los jugadores conozca su rol y, a su vez, que todo el grupo trabaje para alcanzar un objetivo común”. Con estas proféticas palabras, del lejano ya 16 de Mayo, Juan Carlos Carcedo saltaba al ruedo y se colocaba en el mercado de los banquillos como primer entrenador. Atrás quedaban 14 años como almirante de Unai Emery. Meses después, fue la UD Ibiza quien le acabó echando el guante. Bendita decisión. En sólo cuatro meses, el nivel de ilusión que genera su Ibiza está por las nubes. Tras seis jornadas, suenan violines en Can Misses. La sinfonía Carcedo.
El técnico riojano puede presumir hoy de un récord quizá único en el continente. Ha ganado todos sus partidos como primer entrenador. De toda su carrera. El dato es ventajista, claro, pero no por ello su faena hasta ahora palidece. Los números, ya los manejan. Seis partidos, seis victorias, 12 goles a favor y tan solo 1 en contra. Tampoco en los amistosos el equipo ha aflojado. De seis, ha ganado cinco y empatado el otro.
Una racha atronadora que ha puesto a los celestes en boca de todos. De hecho, su pleno de puntos convierten a la UD en el mejor de los 102 equipos que pueblan la atípica Segunda B. Ya son muchas voces las que sitúan a la apisonadora azul como máximo candidato al ascenso. Para saber si se cumplen esos pronósticos aún falta mucho, sí. Pero ojo, porque de seguir con esta marcha puesta, el Ibiza tendrá muchísimo ganado.
En una liga regular con 10 equipos y tan solo 18 jornadas, cada punto, cada victoria, es oro puro. Y el Ibiza suma 18, 7 más que el segundo, que sigue siendo el Hércules pese a caer en Can Misses. Pero es que también son 7 más que el actual líder del Grupo 3A, el Nàstic de Tarragona. Teniendo en cuenta que los tres primeros de cada subgrupo pasan a la segunda fase arrastrando todos los puntos, el Ibiza podría aparecer en esa segunda fase ya con pie y medio en los play-offs, con una ventaja suficiente para permitirse resbalones en esa segunda liguilla, que constará de seis jornadas más, y en la que los tres mejores clasificarán para el play-off. Suena bien.
Pero hablemos del esplendoroso presente. Una frase de Carcedo en la previa del duelo frente al Hércules es significativa: “Podría tirar una moneda al aire para hacer la alineación y saldría un once muy competitivo”. No le falta razón. Pese a que el míster está optando por un bloque de 13 o 14 futbolistas consolidado, da la impresión que la plantilla es amplísima en cuanto a recursos y que las opciones son infinitas.
La portería y la zaga parecen fijas, con esa pareja de centrales inamovible formada por Goldar y Rubén, Morillas y Grima fijos en los carriles y un Germán al que el adiós a las rotaciones extremas de Alfaro parecen haberle sentado estupendamente. Pardo, uno de los fichajes a priori bomba del mercado, espera su turno en el banco.
En el centro del campo, Manu Molina y Javi Pérez plantean pocas dudas. Además, el rol de Sibo parece haber mutado en algo más relevante, y el joven Mateo irrumpe desde abajo. Pero es en la parcela ofensiva donde se desata la tormenta perfecta pitiusa. Las opciones para Carcedo ahí son muchas, casi infinitas. En ese aspecto, el equipo no se parece demasiado al que dirigía Pablo Alfaro el curso pasado. Tanto que, por ejemplo, Rodado, pieza absolutamente vital la pasada temporada, ha comenzado en el banquillo los últimos tres partidos.
La versatilidad de Ekain, el incansable esfuerzo de Kike López, la experiencia de Cirio, la magia de Javi Lara, la imponente presencia de Castel, el desborde de Ilyas, la energía de Karim… y el gol de Davo. Porque el asturiano está siendo el encargado de poner la guinda a los partidos con sus dianas. Cuatro goles en cinco partidos jugados, un gol cada 90 minutos. Y, atención, los cuatro abrieron la lata del marcador para su equipo. No se le puede pedir más al chico que enamoró a Amadeo Salvo en su visita a Can Misses con el Langreo.
“Si vierais los entrenos alucinariais. Es espectacular”. Fran Grima soltaba esto delante de los micros el domingo mientras todavía se oía a través de las paredes la fiesta en el vestuario celeste. Otros compañeros, o el propio míster, han ido apuntando cosas parecidas durante semanas. La profesionalidad del staff de Carcedo, acostumbrado a lidiar con otro tipo de exigencia en la Premier, la Liga, la Ligue 1 o la Champions, no se negocia. La UD, más que nunca, parece un equipo de Primera jugando en Segunda B. Además, con el viento a favor, el vestuario parece más unido que nunca.
De alargar la racha unas cuantas semanas más, el Ibiza se podría asegurar bien pronto el primer premio de la temporada: su billete para la 1ª RFEF, la categoría de nueva creación que se estrenará el año que viene, a caballo entre la Liga Smartbank y la Segunda B (que pasará a llamarse 2ª RFEF). Los tres primeros de cada subgrupo aseguran su presencia, además de seguir luchando por el ascenso a 2ª División. Ahora mismo, son ya 9 los puntos que la UD tiene de colchón respecto al cuarto, el Villarreal B.
Al Ibiza le quedan por delante tres partidos hasta marcharse de vacaciones. De ganarlos, se plantaría el 10 de enero habiendo vencido todos sus partidos. El reto es mayúsculo, el premio, precioso. Esperan el Orihuela, este próximo domingo 6 de Diciembre (11.30) el derbi contra la Penya Deportiva en Santa Eulària, el domingo 13 (16.00) y la eliminatoria de Copa del Rey, en Can Misses contra el Compostela, que apunta al jueves 17 a las 19:00 horas.
Solo la pandemia está impidiendo que la fiesta sea completa en Can Misses. Mil aficionados disfrutan de la sinfonía perfecta de Carcedo en vivo, mientras otros miles lo hacen desde casa. Llegarán tiempos mejores, seguro. Mientras tanto, que suene la música.