Agosto de 2018 fue un mes intenso para Miguel Núñez Borreguero (Siruela, Badajoz, 1987). El futbolista había ascendido a Segunda A con el Real Mallorca, pero estaba pendiente de desvincularse del club bermellón. Entonces sonó el teléfono y recibió una oferta del Ibiza. “Cada vez quedaban menos días para el comienzo de la competición. Tuve algunas ofertas, pero me costaba decidirme por unas cosas u otras y cuando surgió la opción de venir al Ibiza rápidamente tuve claro que quería venir. Hablé con el club, pedí consejo a Chavero, Gonzalo y Fran Grima y todo se acordó en pocos días”.
Cinco días después de que se anunciara su fichaje en la web del club debutaba vestido de celeste en la ciudad deportiva del Sevilla Fútbol Club, donde el Ibiza consiguió su primera victoria en la categoría de bronce. Se ganó por la mínima y el gol lo metió él. El pasado domingo salió de titular en Las Rozas y llegó al medio centenar de partidos oficiales con una entidad en la que se ha convertido en un referente gracias a trabajar incansablemente en el centro del campo, a su buen manejo de balón y al peligro que es capaz de crear en las jugadas a balón parado. Aunque no pasa por ser uno de los futbolistas más altos de la plantilla que entrena Pablo Alfaro, Núñez tiene un imán para rematar balones aéreos. “De los tres goles que he marcado tengo buen recuerdo, pero el primero en Sevilla probablemente sea especial porque estaba mi familia viendo el partido y se lo pude dedicar. Es cierto que tuve suerte en esta faceta del juego y aunque no es mi principal responsabilidad en el campo siempre trato de buscar mis opciones de gol, esta temporada quiero aportar mi granito de arena en este aspecto, así que me toca seguir trabajando para mejorar”, explica el extremeño.
Si tiene que escoger un partido entre los cincuenta que ha jugado se queda con el que se disputó en Can Misses el 14 de abril. Aquel día el Ibiza batió al Cartagena con un gran juego colectivo y un golazo que llevó su firma al cabecear magistralmente el saque de una falta: “La temporada pasada hubo varios partidos especiales, pero probablemente el de Cartagena en Can Misses lo fue más en todos los sentidos. Fue un partido que afrontamos con muchas ganas y conseguimos una victoria que celebramos mucho con nuestra gente”. En su segunda campaña, Núñez quiere que el público ibicenco disfrute de más encuentros imborrables. Por ejemplo, en Copa del Rey, una competición que ha disputado en varias ocasiones. La visita a Pontevedra la próxima semana tendrá mucha miga, pronostica el extremeño. “Los partidos de copa siempre son especiales por ser eliminatorias y a partido único más si cabe. Va a ser un partido seguramente muy disputado contra un equipo de solera y que seguro que en su campo junto con su afición nos va a poner las cosas muy difíciles. Nosotros lo afrontaremos con muchas ganas, la opción de poder traer a Ibiza a un club de Primera División es ilusionante y vamos a pelear para lograrlo”, dice Núñez.
Para ir consiguiendo esos pequeños retos que asoman en el calendario, la plantilla que se ha confeccionado durante este verano, mucho más calmado que el anterior, aporta una competencia sana que mejora las prestaciones incluso de los futbolistas más expertos. Como Núñez, que a sus 32 años ya hace diez que debutó en Segunda A con el primer equipo del Albacete Balompié. Gracias a su bagaje, el mediocentro sabe de qué va la película en el fútbol de bronce: “Si queremos estar lo más arriba posible necesitamos que todos demos lo máximo, no solo cuando nos toca jugar si no también durante la semana en cada entrenamiento, pues de esta manera aumentaremos nuestro nivel individual y el del equipo en su conjunto. En este sentido, todos los compañeros están demostrando ser muy buenos profesionales y esta competencia se está entendiendo desde el respeto absoluto, estoy seguro que al final de temporada esto va a ser un aspecto que va a marcar diferencias”.
Antes de madurar en el filial albaceteño, Núñez pasó tres temporadas en las categorías inferiores del Valencia Club de Fútbol–una experiencia soñada desde niño. Al club che llegó procedente de la escuela de fútbol Flecha Negra de Badajoz, donde había entrado con catorce años. A esa edad tuvo que dejar Siruela, su pueblo. Las raíces las tiene siempre presentes. Le gusta el flamenco y cuando suena alguna canción de sus bandas de rock and roll preferidas (Marea, Rosendo o sus paisanos Extremoduro), se acuerda de sus amigos de toda la vida. La música es uno de los hobbies de este estudiante de Ciencias del Deporte al que no resulta raro ver bebiendo yerba mate, una costumbre del año que jugó en el Villanovense, donde compartió piso con un argentino del que heredó su mate, que retomó en Mallorca y que ahora practica sobre todo con los jugadores latinoamericanos del Ibiza. En la isla, una persona “tranquila” como él ha encontrado un hogar “lleno de lugares bonitos”. Un aliciente, unido “al cariño de compañeros, trabajadores del club y aficionados”, que le hace “ir cada día a entrenar con muchas ganas”.