Parece que fue ayer cuando llegó a Can Misses para cambiarse en el vestuario local en vez de en el visitante, pero el tiempo pasa rápido y Ángel Rodado Jareño (Palma, 1997) ha jugado ya cincuenta partidos con el Ibiza. El delantero alcanzó la cifra redonda al ser titular el domingo contra el Celta B en Vigo. Un punto y seguido para una historia que empieza mucho más al sur, en la ciudad deportiva del Sevilla Fútbol Club, un 26 de agosto de 2018. “Fue muy especial debutar. Estuve en el campo el minuto y medio del descuento”, dice Rodado recordando su primer viaje con el club celeste, que acabó con victoria por la mínima gracias a un gol de Miguel Núñez. La posibilidad de ascender a Segunda B que le surgió al Ibiza a pocas semanas de empezar la competición permitió al atacante consolidarse en una categoría que ya conocía. Rodado jugó 17 partidos en la división de bronce con el filial del Mallorca en la 2016/2017 y fue el segundo máximo goleador de la Tercera balear la temporada siguiente, enfrentándose precisamente al Ibiza. Sin embargo, salir por primera vez de casa fue decisivo para crecer en un proyecto que, como él, es joven y ambicioso. “La primera temporada en el Ibiza fue diferente porque era la primera que afrontaba fuera de mi isla. La experiencia fue muy bonita”, explica el mallorquín.
El arranque de liga le sirvió para ir encontrando su sitio en una plantilla donde aprendía a convivir con futbolistas mucho más expertos. Era uno de los sub’23 –condición que todavía mantiene– y luchó por ganarse sus minutos. La oportunidad de salir en el once ocurrió en la quinta fecha del campeonato (contra el Murcia en la Nueva Condomina). Un mes después celebraría dos tantos frente al Marbella, que cayó por 4 a 0 en su visita a la isla. Aquel domingo en el que todo –a nivel colectivo e individual– le salió a pedir de boca no lo podrá olvidar Rodado. “Los primeros dos goles que metí en el Ibiza los recuerdo con mucho cariño: fueron en el primer partido que jugaba como titular en Can Misses y tuve la suerte de brindárselos a la afición”, explica el delantero centro. De momento ha marcado quince veces con la camiseta celeste. Nueve la campaña pasada y seis en la presente. Si le dan a elegir, Rodado decide en un pestañeo: “De los goles que he metido con el Ibiza me quedaría con el primero, sin duda. Al final es el más especial. También me quedaría con el primero que he marcado este año [contra el Rayo Majadahonda en la segunda jornada]. Es importante siempre abrir la lata rápido. Si tuviera que elegir otro, igual me quedo con el que marqué en Granada [en la jornada 11 de la 2018/2019] o con mi segundo gol contra el Marbella”.
El compromiso, su coraje para presionar a los centrales o la inteligencia para moverse de espaldas a la portería son atributos que los aficionados del Ibiza valoran en Rodado. También, su visión de juego. A pesar de ser un rematador nato, el mallorquín adora dar un buen pase de gol, como el que le sirvió a Raí hace unas jornadas para que sentenciara la victoria lograda frente al Racing de Ferrol. “Recuerdo también”, cuenta Rodado, “una asistencia que le di a Sergio Cirio con la pierna derecha en uno de los últimos partidos de la temporada pasada. Fue un cambio de orientación, control en carrera y le puse la pelota. Luego Cirio definió como él sabe hacerlo”.
Sus cincuenta partidos como celeste le convierten en testigo de la evolución que ha experimentado la hinchada ibicenca. En un año los fieles que apoyan al equipo desde las gradas del Municipal se han doblado. Ahora se juntan más de dos mil personas cuando el Ibiza juega en casa. El efecto en los futbolistas es instantáneo, dice Rodado. “El ambiente en Can Misses cada vez va creciendo y a los jugadores nos agranda en el campo; nos da ese aire que necesitamos cuando venimos de hacer tres carreras fuertes; nos da aliento. Creo que si nosotros cumplimos las expectativas la afición puede crecer mucho”.
Rodado renovó este verano hasta 2022. Cuando los entrenamientos o el trabajo con los fisios no le reclaman en Can Misses, es habitual encontrárselo por las calles de Vila, una ciudad que se ha convertido en su nuevo hogar. Su familia está en Palma, a apenas media hora de avión. Dos realidades, Mallorca e Ibiza, tan similares como diversas. “En la forma de vida no hay mucha diferencia entre las dos islas. Quizás en Mallorca, al ser más grande, hay más variedad, pero Ibiza es una isla increíble y bonita donde estoy muy a gusto”. Aquí quiere seguir ampliando su cuenta de partidos oficiales como futbolista ibicenco. Dentro de unas semanas podría, además, debutar en un torneo al que le tiene ganas: la Copa del Rey. “La eliminatoria contra el Pontevedra va a ser muy especial. Muchos compañeros ya la han jugado, pero para mí va a ser el primer partido en una competición muy bonita. Y también para el Ibiza. Entonces, lo afrontamos con muchísima ilusión y ganas. Intentaremos pasar de ronda”.