Tres jornadas después, el Ibiza se ha reencontrado con el triunfo en el Alfredo di Stéfano gracias a un doblete de Pep Caballé (m. 36 y m. 50), que ha gozado de una deseada y esperada segunda titularidad. Arropado por unos 150 aficionados celestes, el equipo de Pablo Alfaro, pese a verse muy pronto por detrás en el marcador merced a un gol en el minuto 3 de Fidalgo, ha sabido competir y sufrir ante un Real Madrid Castilla que generó más acciones de peligro que los ibicencos, pero no pudieron con la garra y fe de un equipo que vuelve a sonreír después de sumar un punto de nueve posibles. El Ibiza, así pues, le toma de nuevo el pulso a la liga y toma un revitalizador balón de oxígeno en uno de los campos más complicados del campeonato. El duelo de banquillos entre Raúl González y Pablo Alfaro se lo lleva éste último, dedicándole a la hinchada unionista una trabajada victoria para seguir peleando en la parte alta de la tabla.
El Ibiza vuela en Valdebebas gracias a dos goles de Pep Caballé. La definición del polivalente futbolista menorquín (hoy ha actuado de extremo derecho) le ha dado al conjunto celeste la victoria en casa del Real Madrid Castilla. Volver a ganar no ha sido nada fácil para los ibicencos. El filial blanco no quería encajar su tercera derrota seguida y empezó pegando duro. El Castilla necesitó apenas tres minutos para ponerse por delante. Una buena jugada por la banda derecha la remató Fidalgo.
El 1-0 obligaba al Ibiza a remar contracorriente, exactamente igual que la semana pasada en Can Missescontra el Atlético de Madrid B. El primer cuarto de hora fue de tanteo, roto por una clara ocasión de Raí que fabricó la calidad de Javi Lara. El chut del brasileño se fue lamiendo el palo largo de la portería que guardaba Belman.
Los futbolistas que entrena Raúl González Blancodecidieron mostrar entonces el gran talento que atesoran en sus botas. Baeza recibió en zona de tres cuartos y, driblando camisetas celestes, se coló en el área del Ibiza. Finalizó con tranquilidad, pero apareció Germán para detener el chut y evitar que la herida se agrandara. La intervención del guardameta dio confianza a sus compañeros y el Ibiza fue haciéndose dueño del balón.
La sensación de peligro iba creciendo según avanzaban los minutos en el cronómetro. El pálpito se convirtió en realidad en el 36: Morillas recibió en banda izquierda mientras Caballé se colaba tras la espalda de los defensas madridistas –burlando el fuera de juego– en el costado contrario. El murciano calibró el centro y el catalán tiró la diagonal para marcar, completamente solo, en el corazón del área. El remate inapelable del ‘8’ era la guinda al trabajo silencioso que todo el equipo había hecho durante la primera parte.
El Ibiza no cambió de actitud en la reanudación. Jaleado por los doscientos aficionados que viajaron desde la isla para apoyar a los celestes, el conjunto de Pablo Alfarodominó con la idea de culminar la remontada. Cada vez que robaban la bola los ibicencos buscaban el área contraria con un fútbol eléctrico. Una de esas rápidas jugadas se convirtió en el segundo gol. Raí recibió de Javi Pérez en zona de tres cuartos y abrió a la banda diestra para Caballé, que llegaba como un tren expreso. El extremo tuvo carbón suficiente para pisar área y batir a Belman con un potente chut al palo corto.
El 1-2 dibujaba un paisaje completamente diferente cuando quedaban aún cuarenta minutos de batalla por delante. El Ibiza tenía un plan claro e iba a cumplirlo sin vacilaciones. Los de Vila ofrecieron pocos resquicios al Castilla. En una de las pocas veces en la que los merengues pudieron despegarse del dominio visitante volvió a aparecer Germán. El portero del Ibiza, que hoy regresaba a la titularidad, sacó una buena mano para enviar a córner un chut de Fidalgo que tenía mucho peligro.
Cirio, Sibo y Arranz fueron saliendo del banquillo para aportar oxígeno y más control de pelota todavía. Sin poder ampliar la renta pero sin pasar agobios se fue consumiendo un partido que devuelve al Ibiza a la senda de una victoria celebrada con pasión por la afición insular. Hoy, corsarios y payeses convirtieron el Alfredo di Stéfano en una fiesta.