No se recordará como el día más brillante. Tampoco será un partido que los viejos del lugar le explicarán con fervor a sus nietos. Pero el de hoy ante el Talavera sí que quedará en la hemeroteca por un único motivo: por ser el día de la primera victoria de Pablo Alfaro en el banquillo el Ibiza. Si es tan solo la primera de muchas que estén por venir o en cambio es flor de un día todavía está por ver.
El estreno victorioso del licenciado en medicina llegó tras un partido algo gris de los suyos. No, no fue este el mejor duelo que han visto los aficionados de la UD, pero cierto es que, llegados a este punto, lo realmente importante es sumar de tres. Cuatro jornadas consecutivas llevaba el equipo sin ganar y necesitaba la victoria como el comer. Así que bienvenida sea.
Los titubeos del equipo las últimas jornadas hicieron que la grada se resintiera. La entrada al encuentro fue algo más floja de lo habitual, al haber quedado el equipo tras los últimos tropiezos en una “tierra de nadie” que ha fustigado la línea de flotación de la ilusión de la afición. El play-off se siente ya como algo remoto, algo inalcanzable y los aficionados unionistas que iban entrando poco a poco al coliseo de Vila estaban, esta vez, más pendientes de utilizar su teléfono móvil para fotografiar el flamante nuevo autobús del equipo (precioso, imponente, de Primera) que para mirar en Mismarcadores qué sucede en los otros partidos del grupo 4 de Segunda B.
Pablo Alfaro removió de nuevo al equipo en busca de la tecla. Lucas volvió bajo palos por lesión de Álex, Fobi ocupó el carril derecho en defensa en detrimento de un Grima que ni se vistió y dio entrada a un Raí que debutaba como titular. Pesos pesados como Chavero, Ferrán Giner, Iosu o Perdomo quedaban en el banco. El técnico aragonés buscaba armar un medio campo poblado, con Provencio y Armenteros, que generara más fútbol que el visto en Marbella. Por fuera, Raí intentaba una y otra vez demostrar que puede tener más minutos, que puede aportar esa magia carioca en el regate que tan poco se ha dejado ver esta temporada por Can Misses.
La maniobra táctica le salió bien a medias a Alfaro. El equipo cuajó un buen rato de fútbol, unos 25 minutos en la primera mitad en los que metió prácticamente en su área a un Talavera que demostró bien poco en su visita a la isla. Pese a ello, la UD no era demasiado capaz de generar peligro real, más allá del balón parado. De hecho Bonilla fue protagonista en casi todas las acciones de peligro de los suyos, gracias a su capacidad en el golpeo. El soriano fue el autor del único gol del encuentro de falta. Por cierto, primer libre directo que transforma el equipo esta temporada.
En el palco, como siempre, Amadeo Salvo presidió un encuentro que, seguro, no le acabó de convencer. El resultado, algo es, le permite coger algo de aire tras unas semanas complicadas en la calle Campanitx. El máximo mandatario valenciano tuvo que apretar los dientes en la recta final del choque, en la que el Talavera, más con el corazón que con el fútbol, metió atrás a un Ibiza que supo matar el partido y hacerse con los tres puntos.
La victoria exorciza los fantasmas de los más pesimistas, que los hay, que piensan en asegurar la permanencia cuanto antes, una vez el play-off parece demasiado lejos. La UD suma 44 puntos, unos guarismos que en otros grupos de Segunda B aún le darían derecho a soñar con luchar por el ascenso, pero que en este caprichoso grupo no le alcanzan más que para lamerse las heridas e intentar meter la cabeza en la próxima Copa del Rey.
Para los más optimistas, que tiene que haber de todo, la jornada le sirve a la UD para recortar un punto a la zona noble, que ahora queda a 10. Más allá de tablas, de clasificaciones y de números, los detalles para la esperanza son otros. Autobuses más propios de la Champions League, aficionados que, a la salida, ya soñaban con un derbi ibicenco la próxima temporada, contra la Peña Deportiva en el Grupo 3 (muchos se preguntan hasta dónde hubiera sido capaz de llegar el equipo de haber competido contra catalanes y levantinos esta misma temporada) y niños que, a la carrera, pedían autógrafos a los jugadores a la salida del recinto. Ese partido sí que parece que ya se ha ganado.