Nadie se lo podía creer. Nadie se lo quería creer. Pasaban los minutos, pasaban las jugadas y el Ibiza dio toda una lección de impotencia precisamente el día en que estrenaba una renovada ilusión. Amadeo Salvo presenció en directo como su “nuevo” equipo naufragó en el Nuevo Vivero, dejando, además, una imagen que permite poco optimismo de cara al futuro próximo.
Cuesta de comprender cómo un equipo puede no llegar al área rival durante casi un partido entero en superioridad. Se pueden buscar motivos en el lamentable estado del césped, en los pocos entrenamientos que llevan los recién llegados o en el trasiego moral en el grupo después de tanto cambio. Sí, se pueden buscar excusas, pero difícilmente se puede asimilar el duelo que hizo el Ibiza en tierras extremeñas. Y más, cuando la cosa empezó cuesta abajo, con la expulsión de un futbolista pacense y el penalti que Cirio estrelló contra el travesaño. Nadie podía adivinar lo que vendría después.
Podríamos enumerar, señalar el mal día de muchos futbolistas del plantel celeste, pero la lista sería larga. La triste actuación fue coral, a excepción de unos primeros 15 minutos, curiosamente, brillantes. Pero, a partir del cuarto de hora, pareció que alguien apretó el Off y a la UD se le apagó la luz. De ahí al final, una auténtica pesadilla de la que habrá que despertar.
Palop miraba cariacontecido como sus futbolistas no iban. El valenciano optó por un once “conservador” en cuanto a nombres, apostando de inicio por los veteranos de la plantilla y tan sólo incluyendo en la alineación inicial, de entre los fichajes, a un Dani Provencio que dejó algunos detalles para la esperanza en el medio centro. El marcador adverso obligó al míster a remover el equipo con más pólvora en el segundo tiempo y así debutaron también el espigado Jordi Sánchez, Ferrán Giner y el brasileño Raí. El exmallorquinista fue de lo poco con lo que quedarse. Intentó, sin demasiado éxito, aportar desde su banda en los instantes finales. Algo es algo, en el auténtico desierto ofensivo que fue el equipo.
El Ibiza no supo nunca encontrar el camino al área rival. Apocado ante el estado del terreno de juego y quizá tocado anímicamente por el penalti marrado, primero, y por el tanto de Eder, después, se encontró todas las vías cortadas. Por abajo, el centro del campo no existió. Chavero no tenia su día, Iosu no fue el baluarte que acostumbra y Provencio poco más puede hacer tras dos entrenamientos con el equipo. En la segunda mitad cambió el plan y con la entrada de Jordi Sánchez se intuía quizá algo de juego más directo, pero tampoco supo el conjunto azul hacer llegar balones a sus puntas. El partido entró en una dinámica aburrida, espesísima, una tela de araña de la que los ibicencos no supieron zafarse. Desde luego, los aficionados que vieron el partido por IB3 no acabarían con muchas ganas de más.
En el palco sufría un Amadeo Salvo que dijo en la previa en TV que había ido a Badajoz únicamente “a ganar”. La realidad le asestó un golpe bajo en forma de partido que entra de lleno al Top 3 de los peores de la temporada. Ahora tocará tener paciencia y confiar en un equipo que prácticamente vuelve a estar de pretemporada.
El calendario próximo no invita demasiado al optimismo, a bote pronto. La UD recibe el domingo que viene al siempre complicado Real Murcia y después afronta dos partidos lejos de Can Misses, en el Colombino de Huelva y en El Ejido. La liga encara su recta final y el margen de error se reduce. Está por ver cómo mejoran las prestaciones del grupo con una semana más de acoplamiento de sus nuevas piezas. Un consejo, eso sí: no se pongan en diferido el partido de hoy.