Han tenido que pasar 17 jornadas para que ocurra. Pero, al fin, tenemos aquí la primera remontada de la UD Ibiza. Un cambio de registro, de disfraz, de un conjunto que jamás había sumado hasta hoy un solo punto tras empezar perdiendo. Tres puntos de oro que acercan a los celestes a la zona de privilegio.
La victoria adquirió tintes épicos al anotar Iosu Villar el tanto del triunfo en el minuto 94; quizá más épica de la que debió haber teniendo en cuenta todos los condicionantes del choque. A saber: partido en casa, ante el peor equipo como visitante de la Liga (tan solo 1 punto de 24 lejos de los Juegos del Mediterráneo), ante el equipo con más goles encajados de entre los 80 de Segunda B, con un hombre más durante 60 minutos, con un penalti a favor en el minuto 32. Con todo y eso, la situación se tornó gris oscura al anotar Darío para los andaluces en el minuto 72. Pero entonces llegó lo inesperado, la tan ansiada remontada de un equipo que supo sufrir hasta el último aliento, y que encontró el premio a su constancia en forma de victoria agónica.
No fue el día de Chavero. El mago de la UD coronó su decepcionante actuación con un error poco habitual en un futbolista de su experiencia, enviando un penalty al limbo al decidir lanzarlo por el centro y disparar directamente a las manos del guardameta. El error desde los once metros pareció electrocutar los circuitos del talentoso media punta, pues ya poco más pudo aportar hasta convertirse en el primer cambio del Ibiza. Vendrán días mejores para él, sin duda.
Quien parece que lo tiene crudo es Álex. Una vez más el escogido para ser guardián de la portería sky blue fue el brasileño Lucas. Pese al poco trabajo que tuvo, respondió bien en la recta final del duelo a un lanzamiento envenenado de Toril que pudo suponer el 1-2. Por lo demás, dejó más sensación de seguridad de la que transmitió en Jumilla.
Lo mejor que dejó el partido fue sin duda la capacidad de sufrimiento que demostró el grupo y la voluntad de desear los tres puntos. Nunca bajó los brazos, nunca encogió la pierna y creyó siempre en que el triunfo acabaría cayendo como fruta madura. Rodado volvió a pelearse contra todos, Javi García se fajaba como podía por banda izquierda, Candelas (retorno al once del de Ciudad Real) y Fobi lo intentaban por banda, Núñez y Iosu volvían a demostrar la solvencia contrastada de su sociedad en el doble pivote. Pero nada parecía salir, y menos cuando el Almería B se puso por delante.
Palop removió el equipo y la apuesta le salió bien. Entró Armenteros, quien, en la media punta, ofreció su mejor ratito con la camiseta celeste. Apareció Cristian Herrera, quien se reivindicó con un gol del empate (gran remate el suyo) que celebró con rabia. Incluso Germán Sáenz, el último de la fila prácticamente en las prioridades del técnico, tuvo su momento de gloria al fregar el 2 a 1 en la jugada inmediatamente anterior al tanto de Iosu Villar que hizo enloquecer a los poco más de 1000 espectadores que se acercaron a Can Misses.
El partido deja un poso de alegría a los unionistas, pero también cosas a mejorar. Por ejemplo, evitar que el posiblemente rival más flojo que ha pasado por Can Misses genere inquietud atacando prácticamente con un solo futbolista. Hasta tres córners supo provocar el conjunto almeriense fregando el descuento, cuando se encontraba prácticamente embotellado en su área por el acoso ibicenco. Otro aspecto dónde el equipo debe mejorar es a la hora de crear peligro. El equipo toca y toca, debió transitar por el 75% de posesión aproximadamente, pero le costó un día más generar ocasiones. Solo en el rush final llegaron, ya empujados por el corazón.
En la grada, un estiloso Marco Borriello (fuera de combate aún por lesión) celebraba la victoria de sus compañeros con aplausos. Y en el palco, Amadeo Salvo respiraba tranquilo. Sabía que los suyos no podían dejar una oportunidad de oro para empezar, ahora parece que sí, a mirar hacia arriba. El playoff aún está lejos, pero los cálculos empiezan a salir. La semana que viene, la UD cierra un 2018 para el recuerdo en el campo del colista, el Atlético Malagueño. Toca sumar un triunfo allí y esperar el paso de Papa Noel y los Reyes Magos por Can Misses, y afrontar entonces con la ilusión de un niño una segunda vuelta que se presenta apasionante.