Si algún lector pasa por una época complicada, confusa, y cree que necesita acudir a un psicólogo, que no busque más: el mejor, sin duda, debe estar en el estadio de Can Misses. De otra manera no se explica cómo un equipo que viene de encajar la goleada más sonrojante de su historia es capaz, tan solo 7 días después, de hacer un partido tan completo como el que se ha sacado de la manga hoy el Ibiza. El fútbol es inexplicable, desde luego.
La reacción vino de la mano de una mini-revolución en el once, a mitad de camino entre lo buscado y lo forzado. Las ausencias por lesión de Grima y por sanción de Candelas provocaron la sorprendente reconversión al carril defensivo izquierdo de Javi García y la entrada del habitualmente suplente Kingsley Fobi. Las dos piezas nuevas rindieron a la perfección y, de hecho, de sus botas nacieron los dos goles del encuentro. La otra gran novedad estuvo en la portería. Álex Sánchez pagó los platos rotos del descosido de Cartagena y se quedó en el banco por primera vez desde que aterrizó en la isla ahora hace un año. En su lugar actuó el brasileño Lucas Nunes Anacker, un semidesconocido para la afición que tuvo una buena carta de presentación: portería a cero, mano milagrosa en la ocasión más clara del UCAM y tres puntos al zurrón.
Mención aparte para el doble pivote, que volvió por fin a reencontrarse sobre el verde y con él, el equipo bailó al ritmo de los particulares Fred Astaire y Ginger Rogers celestes. Hace 15 días faltó Iosu. En el Cartagonova, se ausentó por sanción el exmallorquinista. Y sin el matrimonio del centro del campo, llegaron las derrotas. Con su retorno, volvió la solidez máxima defensiva, ante un rival, el UCAM Murcia, que hasta hoy era el mejor visitante de entre los 80 equipos de Segunda B, con 5 victorias, un empate y una sola derrota en los siete encuentros que había disputado lejos de la vieja Condomina.
De poco le sirvieron al conjunto católico sus excelentes guarismos ligueros. Su esquema, un 4-4-2 que se tornaba un 3-5-2 en ataque, naufragó ante la presión alta de una UD que mostró un ímpetu digno de admirar, viniendo de donde venía. Precisamente el día que, muchos, menos esperaban de su equipo por el golpe moral de Cartagena, fue el día que la UD fregó la perfección en lo intangible, en el alma, en la solidaridad, en la entereza. Si algo merece el aplauso del partido de notable alto que realizó el conjunto sky blue fue, sin duda, la manera en cómo se ha revuelto anímicamente de la paliza encajada días antes. Ni los más optimistas podían si quiera imaginar una resurrección de este calibre. Chapeau.
El ave fénix en que se convirtió el Ibiza tuvo también la pizca de suerte que debe tener un equipo victorioso. La ocasión más clara universitaria se desarboló entre la mano de Lucas y el poste. La única celeste del primer tiempo, fue para adentro. Rodado se reencontró con el gol y suma ya 4 esta temporada, pichichi del equipo igualado con Cirio. El de Chavero del segundo tiempo, gol de clase, gol de alguien que no sufre precisamente ansiedad con el balón, es el segundo del barcelonés esta temporada.
En el palco, Amadeo Salvo, esta vez sí, respiraba tranquilo. Algunos incluso hablaban de una posible destitución del técnico valenciano en caso de haber encajado una nueva derrota contundente. Nada más lejos de la realidad. Palop sale de esta jornada reforzadísimo en su figura, en sus ideas, y en el rendimiento que ya ha demostrado que sabe sacar a sus futbolistas. Seguramente el mercado navideño le traerá regalos, pero él ya avisó el viernes. Su vara de medir como entrenador será saberle sacar jugo a las piezas que ahora maneja. Al lado del presidente, Borriello observaba cómo sus compañeros una vez más sacaban el partido adelante sin él. El italiano, eso sí, mostró su alegría en Instagram colgando una foto con todos los jugadores en el vestuario.
La UD necesitaba una alegría, sí, pero lo que de verdad necesitaba eran tres puntos que la alejan del hoyo. Ahora, viajará a Jumilla, tierra de vinos, con otro aire, aunque, eso sí, lo hará sin los sancionados Verdú, expulsado en el descuento, y Chavero, quien, entre truco y truco de magia, vio la quinta amarilla de la Liga. Veremos si, en la expedición, también viaja el maravilloso psicólogo del equipo, quien quiera que sea.