–En verano podríamos hacer algunos días el programa desde Ibiza. La mayoría de noticias que explicamos suceden en la isla porque todos los cracks del fútbol mundial se reúnen allí. A muchos periodistas de la redacción les encantaría irse un par de meses para allá a hacer de corresponsales.
El periodista Ricardo Reyes hace años que no coge vacaciones en pleno verano, fechas en las que sustituye a los presentadores principales de Deportes Cuatro. Cuando lo hace –a mediados de septiembre, por ejemplo– suele venir unos días a Ibiza. El calor ha amainado y los futbolistas han desaparecido, pero el encanto de la isla no solo permanece; se intensifica. “A mí no me gustan las masificaciones. Por eso me va genial viajar a Ibiza a final de temporada. Cuando se visita se entiende por qué esta isla se ha convertido en el refugio de Messi o Cristiano Ronaldo durante sus vacaciones: está muy cerca de Barcelona y Madrid, tiene un mar precioso, casas perdidas en el interior para que disfruten con sus familias y una oferta de restaurantes y locales de moda donde ir a tomarse algo por las noches”, dice Reyes.
Este periodista alicantino se convirtió en lector de Fútbol Pitiuso hace unos años. “Vuestra web es una biblia para conocer los movimientos de los futbolistas durante sus vacaciones en la isla. Ibiza es como mi ciudad: relativamente pequeña como para que todo el mundo se conozca. A nosotros nos va genial tener un contacto directo con Fútbol Pitiuso porque sabemos que lo que se cuenta en vuestra web es cierto. Consultándoos sabemos que pisamos sobre el terreno”, dice Reyes, que por motivos de trabajo ha entablado relación con dos de los ex futbolistas más fieles a la isla: José Antonio Camacho y Santiago Cañizares. El primero, junto a otros compañeros de generación como Carlos Santillana, ya aparecía en las páginas de Diario de Ibiza a finales de los años setenta, cuando las Pitiusas empezaron a convertirse en el paraíso vacacional de las estrellas de la liga española. Eran otros tiempos y otra trascendencia mediática la que tenían los futbolistas, pero ya eran celebridades que se dejaban ver en las discotecas y restaurantes más populares de la época. Algunos, como el de Cieza, invirtieron parte de lo que ganaron durante su carrera profesional (el sueldo de un futbolista en los ochenta era alto, pero no estratosférico) en comprarse una segunda residencia en suelo ibicenco y se volvieron habituales del verano en la mayor de las Pitiusas. “Hablar cinco minutos con Camacho sobre Ibiza te basta para enamorarte de la isla aunque no hayas estado nunca allí”. Así resume Ricardo Reyes el idilio que mantiene el ahora entrenador y comentarista con Ibiza, donde tiene buenos amigos, un flechazo que comparte con Cañizares, que estuvo a sus órdenes en la selección española y que también ha encontrado su hueco analizando el fútbol en los medios de comunicación.
El próximo 7 de julio se cumplirán diez años de la boda entre el portero, que acababa de jugar con el Valencia los últimos partidos de los 420 que disputó en Primera División, y Mayte García en Atzaró. La pareja, además, dispone de residencia, una vivienda que conoce bien Ricardo Reyes porque allí pasó una de sus estancias ibicencas. “En la isla, además de encontrarse con sus amigos que juegan en otros clubes, los futbolistas disponen de cierta privacidad. Saben que nosotros estamos informando constantemente sobre su futuro, pero que no vamos a inmiscuirnos en su vida privada. Nos puede interesar una determinada imagen porque resulta anecdótica o graciosa, pero ya está. No vamos a cruzar esa línea. Nuestro trabajo no es el del paparazzi”, dice el alicantino. Le da la razón desde Barcelona Fernando Polo, periodista de El Mundo Deportivo y otro lector que suele teclear la dirección de Fútbol Pitiuso en su móvil cuando llega el verano y los cracks se suben al yate para navegar por Ibiza y Formentera. “Desde la aparición de las redes sociales, los futbolistas han desarmado a los paparazzi. Ellos mismos y su entorno de familiares y amigos cuelgan fotos más personales y privadas que las que podía captar muchas veces la prensa del corazón. A nosotros nos regalan portadas cada vez que publican algo diferente en Instagram”, dice Polo, para el que “establecer sinergias” con un medio local como Fútbol Pitiuso “es algo muy importante” porque les permite estar “muy presentes en el día a día de la isla sin tener que desplazar a un periodista y un fotógrafo durante semanas enteras”.
Y es que Ibiza es un mercado persa antes de que comiencen las pretemporadas. Siempre lo ha sido. Los representantes y agentes FIFA acuden en masa. Aquí se han iniciado o cerrado grandes fichajes. Otras contrataciones se han ido al limbo pese a las intensas negociaciones que se mantienen en puerto o en alta mar. “Como la de Verratti, hace dos veranos, que nos tuvo a todos como locos durante las semanas en que el Barça estuvo detrás del italiano”, recuerda Polo. “Florentino tiene el barco amarrado en Mallorca, pero cuando llega el verano se deja ver por Ibiza, evidentemente. Y luego están los jeques árabes que cada vez tienen más peso en el fútbol europeo. Es imposible que no se lancen ofertas para tentar a algún crack teniéndolos tan cerca”, añade Reyes. En la isla, además, las estrellas bajan la guardia, dice Polo. Después de diez meses llenos de tensión (más si acaban jugando Mundial esa temporada), necesitan desconectar durante unas semanas. Algunos se relajan demasiado y acaban lamentándolo, como Özil, al que se sorprendió fumando con sus amigos a bordo de un yate, o Benzema, que pagó 250 euros de multa a los policías que le cazaron mientras conducía de forma temeraria por la avenida Vuit d’Agost. Para el periodista de El Mundo Deportivo, jugar en un gran club también tiene sus espinas. “Da igual que tengan una vida idílica por los sueldos que ganan. Es cierto que no se preocupan por la hipoteca o por lo que les pueda costar la niñera que les acompaña para ocuparse de sus hijos si quieren salir a cenar con su mujer. Pero el desgaste psicológico que tiene un futbolista de un Barça o de un Madrid es enorme. Están sometidos a una presión gigantesca, saben que el público les puede pitar si hacen tres partidos malos y pueden acabar una temporada tocados pese a haber ganado un doblete si el rival ha levantado la Champions. Por eso, Ibiza es el paraíso para ellos. En la isla disponen de un par de semanas para olvidarse de todo. Muchos pueden permitirse el lujo de darse un paseo por el puerto deportivo de la ciudad y pasar desapercibidos con unas bermudas, una gorra y unas gafas de sol. El año pasado recuerdo que explicasteis que unos chavales se habían fotografiado con Rabiot e incluso habían hablado con él del interés que tenía el Barça por ficharle. Esa escena dudo que pudiera producirse en París”.
Fernando Polo tampoco se imagina a Messi fondeado frente a la Costa Brava e izando al yate a un joven fan que nada desde la orilla hasta el barco de su ídolo por el simple deseo de conocerlo, algo que sí le ocurrió al argentino en la isla hace un par de veranos (el fan, un ceutí de 24 años, recibió un refresco y veinte minutos de charla con Leo como regalo a su osadía). Para los referentes del FC Barcelona, Ibiza es la manera de evitar a los culés más pasionales que veranean en Catalunya. Y queda mucho más cerca que Cerdeña o Miconos, a apenas un suspiro de sus mansiones de Castelldefels. Hace años, algunos de los futbolistas del equipo, sobre todo los catalanes, sí se dejaban ver más por el litoral del Principat. Pero la situación ha cambiado, explica Fernando Polo. Y cita a los clásicos más contemporáneos: “Xavi Hernández o algunos ex del equipo como Cesc o Pedro llevan muchos años yendo a Ibiza. Casi desde el inicio de sus carreras. Antes, en la isla ya veraneaban los jugadores del Dream Team. Miquel Àngel Nadal fue un gran embajador de las Baleares dentro del Barça. Ferrer o Amor eran habituales. Guardiola también iba a Ibiza porque por la isla se dejaban ver otros compañeros de su generación, como Alfonso o Kiko, que se ha convertido en un ibicenco más, igual que Pepe Reina. En los últimos diez años ha habido un boom a nivel internacional: ya no son solo los jugadores españoles los que se dejan ver por allí”.
Los más futboleros dentro de la creciente comunidad italiana que se ha afincado en las Pitiusas reconocen que fueron jugadores como Maldini, Vieri, Totti, Buffon o Pirlo los que pusieron de moda nuestras islas (especialmente, Formentera) en Italia a finales de los años noventa. No es extraño tampoco encontrarse con un grupo de jóvenes italianos que se han perdido por los empinados caminos de la costa de es Cubells a la búsqueda de la casa de Marco Borriello. La relación entre las Pitiusas y la bota itálica es intensa. Otro peso pesado del fútbol transalpino como Marcello Lippi también tiene casa en Ibiza y hasta se animó hace unos veranos a impartir una conferencia sobre sus décadas de experiencia en los banquillos para los entrenadores locales. “No me extraña que muchos italianos anden como locos por ir a Ibiza y Formentera porque han visto a sus futbolistas favoritos por la tele bañándose en esas playas tan espectaculares. Para bien o para mal, un jugador de primer nivel es un ídolo de masas y cualquier cosa que haga marca tendencia. Tienen que aprender a convivir con eso y no es nada sencillo saber que todo el mundo está pendiente de tus movimientos”, dice Ricardo Reyes, que piensa que la fiebre por la isla seguirá creciendo. “Solamente habrá que esperar a que vayan cayendo las selecciones más potentes en el Mundial”, añade, “para que la isla empiece a llenarse de los futbolistas más mediáticos. Menos los italianos, que no han tenido que retrasar sus vacaciones este año, y algunos descartados célebres, el resto van a estar compitiendo en Rusia, pero en cuanto dejen de hacerlo se irán para Ibiza a olvidar o celebrar su actuaciones con sus selecciones”. Tiempo para desinhibirse y dejar curiosas estampas en el objetivo de la prensa, un arte en el que nadie está a la altura de Ronaldo Nazário de Lima, posiblemente la barriga más famosa del planeta fútbol, con el permiso de la de Diego Armando Maradona. Eso sí,las veces que El Pelusa ha aparecido por la isla ha sido para deleitarse con la escena clubber, demostrando queen horario nocturno tiene tanto peligro como cuando con su pierna izquierda conducía la pelota por el estadio de San Paolo con el ‘10’ del Nápoles a la espalda.