noudiari.es Durísimo golpe el que se llevó la Peña en el descuento del descuento de su partido ante el Ebro. El bloque pitiuso fue mucho mejor que los maños, pero se dejó la victoria de la manera más cruel, 1 a 1. Las cuentas empezaban a salirle con los tres puntos; con uno, la luz parece apagarse. Sigue penúltima, y una jornada menos en el horizonte.
La Peña supo hacer de la necesidad virtud en el primer tiempo. Lejos de mostrar ansiedad por su delicada situación clasificatoria, los pitiusos salieron animosos, dominadores del balón y del tempo del juego. Jandrín fue el primero en avisar con un disparo muy desviado, y después Rueda a punto estuvo de marcar un gol olímpico.
El Ebro cruzaba poco si quiera la línea del centro del campo, pero en una de las pocas ocasiones que lo hizo fregó el gol. Adrián envió fuera un chut desde el punto de penalti cuando lo tenía todo de cara para anotar. Quien sí acertó fue Guille Andrés.
El delantero valenciano remató con la testa un centro desde la izquierda de Polanco y avanzaba a los suyos, en lo que suponía además un gol casi “histórico”. Ni más ni menos que 485 minutos llevaba el cuadro peñista sin ver puerta, desde que Pepe Bernal perforara la meta del Baleares el lejano 1 de Noviembre.
Una vez conseguido el “milagro” de adelantarse, tocaba mantener la renta. Y la Peña lo hizo a las mil maravillas durante muchísimo tiempo. De hecho, Polanco pudo hacer el segundo, y Pau Pomar lo anotó, pero en claro offside. Al límite del descanso, primer mazazo: Selfa abandonó el campo lesionado, tras una primera mitad notable la suya. Mori se vino arriba y, lejos de amarrar, dio entrada en su lugar a un punta, Górriz. Al descanso, 1-0, y quizá los mejores 45 minutos del curso.
El segundo tiempo comenzó con otro contratiempo, una nueva lesión en el centro del campo, la de Rueda. Y, de nuevo, cambio ofensivo, con la entrada de Fran Núñez. Precisamente el canario gozó de un par de llegadas con cierto color peñistas.
Porque las llegadas eran (casi) todas del bloque ibicenco. El Ebro no encontró nunca la tecla, perdido, desubicado. El técnico visitante Emilio Larraz buscó la solución en Salinas. El hijo pródigo de la Villa del Río volvió a casa algo por la puerta de atrás, saliendo del banquillo en el minuto 67. ¡Qué falta le harían a la Peña sus goles!
La Peña no sufría y la victoria parecía cerca. La olía, y la merecía. En la recta final del duelo, se rompió, con el Ebro volcado al ataque y la Peña encontrando más espacios que un sherpa en el desierto del Gobi. Pepe Bernal tuvo la sentencia dos veces en un minuto, dos ocasiones clarísimas que no supo transformar.
Y el destino entonces fue muy cruel. En el minuto 96, ya pasados los 5 que había indicado de descuento el cuarto árbitro, el Ebro transformó el último pelotazo al área peñista en el 1 a 1. Mainz anotó el gol del empate, el gol del dolor, el gol del perro flaco que cada semana se llena más de pulgas.
La desesperación peñista se tornó tangana final, que desembocó en las expulsiones de los locales Raúl Gómez, Rueda (que ya había sido sustituido) y el visitante Rubiato. La Peña vio volar un triunfo que ya abrazaba, y quién sabe si dos puntos clave para seguir soñando.