Con nombre propio

Paco Natera El partido que disputaron ayer domingo la UD Ibiza y el Santa Gertrudis, además de goles, tuvo a varios protagonistas, tanto en el terreno de juego como en la grada. De las filas del equipo de Fruitera, me gustaría nombrar a Ramón Torres, autor del único gol visitante. Marcarle al líder no está al alcance de cualquiera y el estilete, que ya lleva tres chicharros, lo celebró por todo lo alto, aunque fuera desde el punto de penalti. También destacaría a Timo, que se llevó un gran susto tras un terrorífico golpe con uno compañero que le dejó conmocionado y sin memoria. El portero tuvo que ser evacuado en ambulancia al hospital de Can Misses tras sufrir mareos, pero afortunadamente se encuentra bien, aunque en observación. Y por último, distinguir a Toni Palau, que no dudó en agradecer la exquisita atención que dispensó el fisio de la UD Ibiza, David Rodríguez, al guardameta hasta que llegaron los profesionales sanitarios, que también trataron al joven de diez.

En el equipo unionista brilló Carlos Tomás, que después de lo mal que lo ha pasado debido a un complejo proceso bacterial, ha vuelto a sonreír tras debutar en partido oficial. El central confía en ir ganando poco a poco ritmo de competición para llegar al máximo nivel y ayudar al grupo en la segunda vuelta de la Interpueblos y posterior Preferente. También destacaría a Rafa Payán, que ha vuelto a liarla parda haciendo lo que más le gusta: perforar las porterías rivales. El granadino, tras su ausencia del equipo titular por unas molestias físicas, ha vuelto a lo grande, marcando un hat-trick. Pero ‘El Sultán’ no sólo es grande como futbolista. Lo es también como persona y no dudó en animar con humildad a un jugador rival tras el partido. Por supuesto, no me olvido de David Rodríguez, que demostró una gran profesionalidad ayudando y asistiendo en todo momento al portero del Santa Gertrudis y a Sergio Montilla, que debutó con la UD Ibiza tras la expulsión de Carlos Moro.

Por último, destacaría dos imágenes, cuando menos, curiosas. En la grada nueva del estadio, un aficionado, ni corto ni perezoso, no dudó en quitarse la ropa y aprovechar el partido para tomar el agradable sol de invierno que nos regaló el domingo al mediodía. El espectador, acompañado de un amigo y varias amigas, disfrutó del encuentro la mar de a gusto y se llevó para su casa, además del recuerdo de los goles, un buen bronceado. Y el que no perdió detalle del encuentro, aparte de un servidor, fue otro joven, que, armado de una cámara de fotos y un teleobjetivo, no paró, desde la grada vieja, de darle al gatillo para congelar las mejores jugadas del encuentro.