Cuatro apellidos ibicencos

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1870
Una de las mejores plantillas del ibiza de toda la su historia.
Una de las mejores plantillas del ibiza de toda la su historia.
Una de las mejores plantillas del ibiza de toda la su historia.

Aviso al lector. Esto es una ficción. Cualquier parecido con la realidad es coincidencia…o no…

David Alba Joan, seguidor de Sa Deportiva de toda la vida, y su hijo Mario, de siete años, miraban un partido de fútbol en Can Misses. El padre quería explicar a su pequeño los sentimientos que despertaba en él el Ibiza. En su modesto bar de la Avenida España aún conservaba fotos y banderas de aquel histórico equipo de la temporada 92-93 que maravilló con su fútbol en la Tercera Balear. Incluso, guardaba –como oro en paño– una fotografía firmada por Ormaechea. Allí, sentado en la grada, sentía nostalgia de tiempos pasados, pero deseaba fervientemente transmitir los valores que le forjaron. A su lado, Mario observaba a su padre como esperando instrucciones.

–¿Sabes? –dijo finalmente Joan– Esta parte del estadio no estaba construida y estaba llena de matojos. A tu edad hacía de recogepelotas. Y era un trabajo duro porque jugaban de noche y las luces apenas iluminaban la zona. Eso sí, veía los partidos gratis.

Mario no mostró demasiado interés por lo que contaba su padre. Cuando se ponía con el tema del fútbol era muy pesado y había ido al campo porque su madre, que estaba en el bar comprando unos refrescos, le había insistido. Pero sabía que, si le seguía un poco el rollo a su viejo, quizás se animaba y le compraba el ‘Assassin’s Creed: Syndicate’ para PS4.

–¿Quién juega de Rojo?, preguntó Mario mientras dedicaba a su padre una relajada cara de póquer.
–El Ibiza, contestó Joan con una sonrisa.
–¿El Ibiza F.C?, volvió a preguntar el niño porque le sonaba que ahí jugaba el hermano mayor de un amigo del colegio.
–No, esos visten de azul. Además, esos aún son Ciudad de Ibiza –explicó con el típico desprecio que se tiene a un club rival–.

Un pequeña bombilla se le encendió al pequeño. Había recordado que su médico había montado un club de fútbol.

–¿Entonces es el Inter Ibiza?
–No, esos visten con una camiseta rayada azul y amarilla. Además, juegan en Can Cantó –repuso Joan–.
–Ah… ¿Y los de blanco? –dijo apuntando con su dedo al terreno–.
–El Ibiza.
–Pero, ¿no eran los de rojo?
–Sí, los de rojo son el Ibiza, pero los de blanco también. Cuando juegan fuera de casa visten de blanco.
–No lo entiendo, ¿Quién juega en casa?
–El Ibiza.
–¿El que viste de blanco o el que viste de rojo?
–Los dos, pero en esta vuelta, técnicamente, el que lo hace de rojo.
–Pero, ¿por qué juegan los dos en casa?
–Pues porque juegan en Can Misses.
–Papá… –inquirió el niño, con enfado, a su padre–.
–¿Qué?

En ese momento llegó Paquita, esposa de Joan y madre de Mario, al graderío con un par de bebidas del bar. Al acercarse a ofrecer la coca cola al chaval, la mujer, que conocía a la perfección a su hijo, percibió rápidamente el enojo.

–¿Qué pasa Mario?
–Que papá me toma el pelo.
–Joan…
–De verdad cariño, no le estoy tomando el pelo. Sólo le estoy explicando qué hay dos Ibizas jugando en el campo y que hay otros dos que no están jugando.
–Pero, ¿por qué no le explicas bien las cosas? –le recriminó la mujer–. Mira Mario, hay cuatro equipos en total que usan el nombre ‘Ibiza’. Los que están jugando ahora son la U.D Ibiza-Eivissa y el C.D. Ibiza Islas Pitiusas, pero también están el Ciudad de Ibiza y el Inter Ibiza.

El niño señaló al campo.

–¿Quién juega en casa?
–La U.D. Ibiza-Eivissa, por eso juega de rojo que es su color principal. El C.D. Ibiza Islas Pitiusas lo hace de blanco porque es su segunda equipación. Pero jugar en casa es solo una forma de hablar porque ambos equipos juegan habitualmente en Can Misses. Como hay dos partidos en la liga, en el siguiente le tocará al C.D. Ibiza Islas Pitiusas jugar de visitante y, por lo tanto, deberá vestir de blanco ya que, casualmente, comparten primera y segunda equipación.
–Ah…¡Qué estupidez!
–¿El qué hijo?
–Pues que haya dos equipos que se llamen igual, que vistan igual y que jueguen en el mismo campo. Es como ese chandal que me compró Papá. Yo pensaba que eran Adidas y que me lo había comprado en el Decatlón y resulta que eran Odidos y lo había comprado en un chino-suspiró-. Eran iguales, pero en el colegio todos los niños se rieron de mí.
–Quizás tengas razón Mario. Pero tanto en el mundo, como en tu armario, hay espacio para todo.

Gracias a la tierna charla de Paquita el niño, por fin, sonrió y empezó a dar pequeños sorbos a la Coca cola. Joan, maravillado por la explicación de su mujer, la hizo sentar a su lado y, después de apartarle el pelo de la cara en señal de admiración, le dijo:

–Te quiero. Eres una madre fantástica. Yo no sé explicar las cosas, pero tú… tú lo sabes todo. ¡Incluso de fútbol pitiuso!
–Bueno, todo, todo, no lo sé. Hay cosas que aún no me quedan claras.
–¿Qué es lo que no te queda claro?

Paquita alzó la mano hacia el campo y se giró hacia su marido con el ceño fruncido del que intenta resolver un difícil problema matemático:

–¿Cuál de los dos es el que ha tenido problemas con italianos?

2 Comentarios

  1. Muy buen texto. Toda la razón, no aprenderemos nunca. Penoso, en vez de ir todos a una aquí cada uno la guerra por su lado. Así nos va. Yo un año más a ver a la Peña, y ver el plus, pues uno ya no sabe a que Ibiza ir a animar.

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