David Alba En la literatura griega se habla mucho del viaje del héroe para contar una gran historia. Por ejemplo, el viaje de Ulises por todo el Mediterráneo antes de volver a Ítaca para reunirse con su amada Penélope es un claro ejemplo narrativo. La odisea de Aleix Vidal antes de regresar al F.C. Barcelona tuvo en Ibiza la isla en la que habitaba el famoso Cíclope.
Hace años, cuando el Rapid se codeaba con lo mejor de lo mejor en categoría juvenil, un jovencísimo Vidal, que lucía -por aquel entonces- una larga cabellera, recaló en Ibiza con la intención de dar continuidad a su vida como futbolista. No era halagüeño el futuro para el jugador. Tras un breve paso por el Barcelona, acabó en el Real Madrid que, finalmente, le mostró la puerta de salida cuando sus notas en el instituto dejaron de estar a la altura de su rendimiento en el terreno de juego.
Vidal, natural de Tarragona, apenas conocía el equipo que, en aquel momento, peleaba por no descender de categoría. “Aunque el Rapid sea último con seis puntos, tiene a los equipos de la mitad a dos victorias; con encadenar tres o cuatro buenos resultados podrá situarse en la zona tranquila”, explicaba en aquellos tiempos a Última Hora el futbolista que, quizás, estaba convencido que acabaría jugando en el club ibicenco. El entrenador León Martínez buscaba soluciones y tuvo a prueba al actual fichaje del Barça durante unos días. Pero le cerraron la puerta como en otros tantos sitios.
Tal y como informa Sport en un reportaje que narra su historia hasta volver al Barça por la puerta grande llegó a trabajar en una imprenta con 16 años, estudió un módulo de electricista, transitó por el fútbol griego, le negó el Espanyol tres veces y entrenó con el Mallorca de Laudrup sin resultado. Pero no desfalleció en su voluntad de convertirse en jugador profesional. Y cuando Lucas Alcaraz le tendió la mano, él la apretó con fuerza para callar todas aquellas voces que insinuaban que no servía para el fútbol de élite.
La vida de Aleix Vidal, hasta la fecha, es un ejemplo de superación que hace bueno un diálogo escrito por Sylvester Stallone para Rocky Balboa. “En el mundo no todo es color de rosa. Es un lugar mezquino y feo y por más fuerte que seas, la vida te pondrá de rodillas y no te dejará levantar si es que la dejas. Ni tú, ni yo, ni nadie golpea tan fuerte como la vida. Pero lo importante no son los golpes que das, sino lo que eres capaz de soportar sin bajar los brazos: cuánto eres capaz de resistir sin tirar la toalla. Así es como se gana. Si sabes cuánto vales exige lo que te mereces. Aguanta los golpes y no comiences a señalar ni a él, ni a ella ni a nadie porque no estás donde quieres estar”. Y como la suerte sonríe a los valientes ha logrado regresar, tras largos años de ausencia, a la ciudad condal, al Barcelona del Triplete. A Ítaca.