diariodeibiza.es Cientos de personas dieron ayer el último y emotivo adiós a Kiko Serra, que fue enterrado en el cementerio de Sant Jordi. El funeral se celebró a las cuatro de la tarde en la iglesia de Sant Jordi, que se quedó más pequeña que nunca para dar cabida al impresionante número de amigos que quisieron acompañar a los familiares de Kiko en el que fue, sin duda, el día más triste de sus vidas.
No había consuelo para ellos ni tampoco para algunos jugadores de las categorías inferiores de la Penya Esportiva Sant Jordi, que salieron llorando de la iglesia tras despedirse del que era algo más que su presidente.
Algunos futbolistas del primer equipo y varios entrenadores, también muy afectados, se encargaron de abrazarlos y tranquilizarlos mientras de fondo repicaban las campanas del templo.
Todos los integrantes del club acudieron al entierro con la equipación verdinegra de un Sant Jordi que estuvo respaldado por todos los clubes, sin excepción, de Ibiza y Formentera.
Las plantilla, de todas las categorías, además de técnicos y directivos, hicieron un emotivo pasillo cuando el féretro fue llevado por amigos y familiares desde el interior de la iglesia al cercano cementerio.
Fueron los momentos más duros acompañados de los aplausos más conmovedores. Kiko Serra se fue para siempre bajo una salva de aplausos que serán imposibles de olvidar para todos.
Dentro del cementerio había unas 70 coronas y ramos de flores con sencillas, sensibles y sinceras dedicatorias de familiares, amigos, instituciones, clubes, federaciones, asociaciones y particulares. «Nunca había visto tantas flores en un funeral», dijo uno de los empleados que depositaba las coronas.
Sobre las seis y media de la tarde, Kiko Serra, de 41 años, recibió sepultura tras ser despedido desconsoladamente por su padre, Xicu, su madre, María, su hermana Cati y el resto de familiares.
A partir de esta noche, se guardará un minuto de silencio en todos los partidos que se jueguen en las Pitiusas a lo largo de este fin de semana y los jugadores que lo deseen rendirán su pequeño pero sentido homenaje luciendo lazos negros en sus camisetas.
La Penya Esportiva Sant Jordi y el Sant Jordi Atlético no jugarán. No pueden. Les falta su presidente, su capitán, su estandarte, su bandera. Su amigo.