diariodeibiza.es El cuero tiene algunos caprichos que no se pueden explicar. Si no fuera así, sería imposible que Peña Deportiva y Formentera presentaran rendimientos tan enfrentados como locales tras las doce primeras jornadas de Tercera División. Sobre todo, teniendo en cuenta el tipo de público ante el que se visten de corto los jugadores de ambas plantillas cada dos semanas. Con una de las aficiones más frías del campeonato (salvo que haya un ascenso en juego, como bien se comprobó el pasado mayo con La Hoya Lorca como contrincante), los peñistas no han dejado escapar ninguno de los 18 puntos lidiados hasta el momento. Al sur de es Freus, en cambio, ya han volado seis. No son muchos, pero la alerta naranja se decreta cuando se mira el calendario: los tres últimos partidos del Formentera allí fueron empates.
Los de Luis Elcacho todavía no han perdido en su domicilio en lo que va de curso. El rectángulo de Sant Francesc Xavier resiste de momento, pero no celebra un gol desde hace 208 minutos. La última diana la anotó Diego Romero en el minuto 62 de la séptima jornada. Suponía ponerse 2-0 contra el Manacor, asegurar prácticamente la cuarta victoria seguida en casa (pleno en aquel momento) y espantar una suspicacia contradictoria, la que señala que el Formentera no acaba de exprimir su potencial cuando juega ante sus hinchas, los más numerosos, fieles y ruidosos de toda la Tercera balear. El final de aquel partido iba a ser de vino y rosas, pero se transformó en un valle de lágrimas. Dos tantos (uno de Lluís y otro de Julià) pusieron el sorprendente empate a 2-2 en el electrónico que ha actuado como una suerte de cepo para agarrotar a los formenterenses en los posteriores compromisos locales: tablas sin celebrar tantos ante Atlético Rafal, un recién ascendido, y Mercadal, equipo al alza que ya toca play-off.
«El problema es claro: necesitamos un cambio de césped lo antes posible», se encarga de recalcar Diego Piquero. El pichichi de la temporada pasada compara el verde del estadio formenterense con el que le tocó lidiar en la campaña 2010/2011 (su primer curso en las Pitiusas, un ejercicio bastante gris entre lesiones y sequías goleadoras) en Santa Eulària. «En estas condiciones es más fácil que mostremos fuera lo que quiere el míster. Los campos de Mallorca B, Santanyí o el de la Peña Deportiva, sin ir más lejos, son más amplios», argumenta el cántabro. Hasta el momento, sus cifras cara al gol le dan la razón. De las cinco dianas enchufadas, cuatro han sido a domicilio.
Lo que sí agradece Piquero es «el calor de la gente» en un campo donde no aprecia la figura del ´tribunero´, «ese aficionado que parece que va al fútbol para esperar el fallo y no para apoyar al equipo»: «Es impresionante lo que pasa en Formentera. Nunca escucharás un mal comentario sobre los jugadores que están en el césped. Van a muerte con nosotros y son vitales para explicar lo que estamos logrando».
Los números y la clasificación así lo atestiguan. Los rojillos pueden permitirse el lujo de llevar tres partidos sin festejar goles como locales y ocupar la segunda posición en la tabla con 24 puntos (una docena lograda en casa, otra fuera), con la puerta menos perforada del campeonato y con un conjunto que se afana por mimar la pelota por medio de las botas de Moreno, Titi o el propio Piquero, todos comandados por Maikel, el faro en la medular y un as en la distribución.
Trayectoria habitual en la Peña
En Santa Eulària, los guarismos peñistas en casa no son nuevos. El título de la 2012/2013 se apuntaló a base de dejarse muy poquitos puntos, 13 concretamente, ante los suyos (unos 200 hinchas de media, menos de la mitad de los 500 que peregrinan cada dos domingos a Sant Francesc). El segundo arranque blanco de Mario Ormaechea no conoce el tropiezo en la Villa del Río. Un cien por cien de efectividad que contrasta, por su parte, con los desplazamientos, el talón de Aquiles del tercero de la tabla, empatado a 24 puntos con el Formentera. En seis partidos a domicilio, la Peña solo sumó seis puntos. Es una pequeña mota en su ojo visitante. Sin ella, la Peña sería imparable, comparación trasladable a los de Elcacho en casa. Sin esas taras, se hablaría de la perfección y a eso solo se acerca el Mallorca B, quien desde la última jornada ya no puede presumir de pleno de puntos porque el empate y la derrota también forman parte del paisaje del fútbol.
Olvidar aquel tiempo extra contra el Cayón
El primer tercio de campeonato se acaba de cubrir y los números del Formentera como local son comparables a los del año pasado. Multiplicando los 12 actuales por tres, sumaría 36 a final de curso, uno más que en la 2012/2013. Entonces, a la fuga de puntos (especialmente en el inicio de la segunda vuelta) se la relacionó íntimamente con el viento que acompañó a los rojillos en sus partidos en casa a partir del mes de enero. Esa incomodidad como locales acabó explotando en la vuelta de la histórica promoción de ascenso que se jugó el pasado 1 de junio contra el Cayón.
El Formentera obtuvo un valioso empate a uno en los Valles Pasiegos que no supo metabolizar en clasificación una semana después. El equipo montañés se adelantó en Sant Francesc y, aunque se logró forzar la prórroga, el encuentro acabó en un dramático 1-2. La Segunda B no era la obligación rojilla ni mucho menos, pero una vez metidos en harina, a los socios del club les hacía tilín haber pasado al menos una ronda en aquella aventura.
Por su parte, la Peña vivió un ´play-off´ tan lleno de emoción, con tantos vaivenes en forma de una plaga de bajas que diseñaba alineaciones diferentes en cada partido, que, en los cuatro duelos de promoción disputados, las subidas y bajadas en su rendimiento y su suerte fueron constantes. En casa o fuera, fueron héroes o derrotados por igual. Ahora mismo, ambas escuadras defienden sus puestos de promoción, objetivos para este curso. Y saben que, si juegan la fase final, no habrá estadística que valga para subir.
!!Que Equipazo,que AFICION, que gestión y que técnico tiene ese FORMENTERA BUENO!!!!